En los principales estudios de opinión pública se evidencia el incremento de un sentir colectivo pesimista y cataclístico en la sociedad dominicana. Es un sentimiento histórico que se ha adentrado a niveles profundos en el alma nacional. Inclusive, historiadores han abordado seriamente este tema vinculándolo al estado de necesidades materiales insatisfechas que acompañó y acompaña a gran parte de la población desde su etapa embrionaria.
Revertir todo esto pudiera parecer cuesta arriba en una sociedad en la que gran parte de su población espera ansiosa la luz del amanecer para pisar el asfalto de nuestras duras calles en procura de conseguir el sustento diario.
Vemos como los suicidios, feminicidios, violencia intrafamiliar y manejo irracional y agresivo de las problemáticas diarias por parte de los ciudadanos y las autoridades se ha venido incrementando en los últimos años.
Todo esto hay que contenerlo promoviendo una nueva cultura ciudadana fundamentada en la esperanza y en la fé de un mejor porvenir, y restableciendo un nuevo contrato social entre el Estado y sus nacionales fundamentado en la confianza y la transparencia como forma de garantizar la armonía y la convivencia social pacifica necesaria para que juntos podamos enfrentar los enormes retos que tiene la nación por delante.