No se han dejado amilanar por las bayonetas de unas débiles fuerzas armadas articuladas forzadamente por el gobierno de turno.
No se han dejado acobardar a pesar del hambre incesante que por años ha matado a muchos.
No se han dejado derrotar por la desidia que provoca permanecer por largo tiempo bajo las mismas precariedades materiales.
No se han dejado arrodillar ante la pequeña burquesía que posee las grandes riquezas nacionales.
No han retrocedido en su legitima lucha a pesar de que el gobierno revirtió las medidas que provocaron estas orgías de sangre callejera.
No se han rendido, aun siguen de pie en el ring a pesar de los embates del tiempo, la historia y Yemayá.
La Haití dormida despertó, y de que forma.