EDITORIAL: Sin precedentes

Por Leonardo Jaquez

En una encuesta ordenada por un importante grupo empresarial dominicano, el 66% de la población manifestó no sentir simpatías con ninguna organización política de la República Dominicana. Sin embargo el 72% dijo que ejercerá su derecho al voto. Será un voto de coyuntura y compromiso efímero. A partir del 17 de agosto esa franja estará nuevamente en las calles realizando «manifestaciones preventivas».

Sin lugar a dudas, se inicia un nuevo ciclo de fortalecimiento de la sociedad de ciudadanos y debilitamiento del sistema politico tradicional. Las placas tectónicas de la democracia se reajustan, lo que podría provocar escenarios de incertidumbre e inestabilidades.

La gran pregunta sería hasta donde resistirá la economía nacional la embestida de los déficit fiscales acumulados, desbordamientos en el gasto público, posibles restricciones en el financiamiento externo, tensos enfrentamientos entre los poderes públicos, incremento de la inseguridad ciudadana, reducción del flujo turístico, incremento tasa del dolar, aumento deficit del Banco Central, salida de capitales y desbordamiento de las expectativas ciudadanas insatisfechas.

Pero peor aun, la falta de confianza de la gente en la democracia y en las instituciones nacionales. Todo esto incidirá en el desempeño de la economía nacional. La gente no invierte donde no ve garantías institucionales de un sistema de justicia creíble e instituciones estatales comprometidas con un objetivo superior como lo es el desarrollo nacional. El propio Estado, bajo la actual lógica suicida en que opera, «se mata».

Una mirada hacia la solución

Desde la sociedad de ciudadanos que actualmente atraviesa por un complejo proceso de ebullición se erige un sector que ha demostrado estar comprometido con la construcción de una mejor República Dominicana. Un sector heredero natural del legado trinitario que postulo en el 1844 la necesidad de construir una República de igualdad y felicidad para todos.
Esa igualdad y esa felicidad esta supeditada al estado de bienestar en el que los dominicanos puedan desarrollar sus vidas. No es posible el bienestar sin democracia, sin instituciones y sin las estabilidades políticas, sociales y económicas tan requeridas en estos tiempos de la hiperconectividad humana.

Vendrán mejores tiempos

Que no le quepa la mas mínima duda a nadie de que los tiempos por venir serán mejores. El ciclo que se inició en el 1996 con el ascenso al poder del expresidente Leonel Fernández y el PLD, pudiese cerrarse precisamente con la salida del poder de dicha organización política. Un partido que acumuló tanto poder que se embriagó hasta perder la perspectiva de respetar ciertas realidades geopolíticas y locales.

De pronto, solo queda procurar que la voluntad popular sea respetada en las próximas elecciones municipales, congresuales y presidenciales de manera que los candidatos victoriosos tengan la legitimidad necesaria que les permita implementar sus respectivas agendas de trabajo. Hoy mas que nunca la democracia nacional necesita legitimarse ante la gente. Una democracia sin legitimidad resulta peligrosa para el sostenimiento de la armonía social y la convivencia de sus instituciones.

Finalmente, abogar porque el inquilino palaciego comprenda la complejidad del momento y asuma su rol histórico de líder presidencial de una nación que a veces luce en desbandada. Si lo hubiese comprendido las elecciones municipales que debieron realizarse en febrero pasado no hubieran sido saboteadas y posteriormente suspendidas.

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