Con la posición asumida por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) frente a Osiris Guzmán, un importante dirigente vinculado históricamente a dicho partido, se evidencia una vez mas lo falso del discurso anticorrupción que enarbola dicho partido.
Cuando en torno al funcionariato público se denuncian actos de corrupción, el opositor PRM como mecanismo estratégico para seducir a las masas votantes se erige como defensor de lo público exigiendo al gobernante PLD expulsiones, sometimientos y hasta condenas a priori.
Sin embargo, cuando estas denuncias de corrupción y desfalco giran en torno a uno de sus miembros, el opositor PRM guarda silencio y hasta apoya a sus dirigentes. Muestra de ello fue la posición que asumió el partido frente al involucramiento en el caso Odebrecht de sus connotados dirigentes Andrés García, Alfredo Pacheco y Chu Vásquez.
Si el PRM pretende volver a conducir los destinos nacionales debería por lo menos procurar poner en práctica esos postulados, que siempre han enarbolado desde la oposición política, de administración transparente y pulcra de los recursos del estado, ahí tienen las alcaldías que administran desde las cuales pudieran implementar un conjunto de medidas administrativas que le pudiesen diferenciar del accionar oficialista que tanto critican, sin embargo, no han sido capaces de demostrarle a la ciudadanía y a ellos mismos que si vuelven a la presidencia de la república realizarían el gobierno honesto, transparente y respetuoso de lo público que tanto anhela el pueblo dominicano.