Agripino revela discurso de Mejía desactivó crisis en 2004

El discurso de Hipólito Mejía el 16 de mayo del 2004 reconociendo el triunfo de su oponente Leonel Fernández desactivó un movimiento de militares que planeaban alterar el resultado de las elecciones, a lo que el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez había reaccionando con la amenaza de llamar a la población a la desobediencia civil.

Así lo revela monseñor Agripino Núñez Collado en su libro de memorias titulado “Ahora que puedo contarlo”.

Recuerda que para esas elecciones se había creado una Comisión de Seguimiento a las elecciones coordinada por él e integrada, además, por Rafael Perelló, Lisandro Macarrulla, Marisol Vicens y Celso Marranzini.

Explicó que antes de las elecciones el secretario de las Fuerzas Armadas, general José Miguel Soto Jiménez, le garantizó que tenía control de los militares y que si algún oficial se involucraba en acciones irregulares en el proceso electoral, él mismo lo arrestaría.

Cuenta que el día de las elecciones César Pina Toribio denunció ante la comisión que en sectores de la capital militares estaban controlando las urnas.

En esas circunstancias llamó a Soto Jiménez, quien le volvió a garantizar que el orden sería preservado.

A las ocho de la noche de ese día la comisión y un grupo de embajadores fueron recibidos por el pleno de la Junta Central Electoral que encabezaba Luis Arias, encuentro que aprovecharon para recomendarle que empezaran a dar resultados ya que todavía no habían emitido el primer boletín.

“Cuando nos sentamos, alguien comentó que el ambiente parecía de funeraria y que los miembros de la JCE tenían semblantes de velorio”, relata Núñez Collado.

Revela que al término de esa reunión le embargaba “la percepción de que algo anormal ocurría, porque ninguna junta electoral municipal había enviado boletín o información a la JCE”.

Decidieron moverse hasta la Junta del Distrito donde había una gran acumulación de presidentes de mesas electorales y en el trayecto recibió la llamada del cardenal López Rodríguez, quien le expresó su disposición de solicitar desobediencia civil si no se respetaban los resultados.

Relata que poco después lo llamó del presidente Hipólito Mejía que le dijo: “Monseñor, si usted sabía que había algo preocupante ¿por qué no vino a verme?”.

“Para el país fue muy tranquilizante que minutos después de nosotros salir de la Junta del Distrito, el Mandatario reconociera, a través de los medios de difusión que el PLD había ganado las elecciones”.

Relata como ese gesto de Mejía permitió un proceso de transición armonioso con comunicación fluida con el entonces presidente electo Leonel Fernández y restablecer la amistad del Mandatario con el Cardenal.

El dos y dos

Monseñor Núñez Collado cuenta que la de 1994 fue una campaña tensa y agresiva.

Las elecciones de ese año se caracterizaron por las denuncias de fraude que, según relata el autor, empezaron desde el mismo 16 de mayo a las 8:00 de la mañana cuando José Francisco Peña Gómez lo llamó “alarmado porque en varios municipios los perredeístas no aparecían en el padrón”.

Núñez Collado coordinaba una Comisión de Seguimiento al Pacto por la Civilidad junto con Rafael Herrera, Germán Emilio Ornes, Manuel Ramón Tejada Ruiz, Manuel Bergés Chupani, y Francisco José Arnaiz.

Revela que esa comisión se conformó a solicitud de Peña Gómez, quien le había comunicado su “preocupación por lo que pudiera ocurrir en esas elecciones”, ya que Balaguer contaba con el apoyo de militares y que gente del PRD estaban armadas.

Al término de las elecciones Peña Gómez denunció lo que denominó como un “fraude colosal”. La crisis post electoral se prolongó hasta el 10 de agosto en que se firmó el Pacto por la Democracia.

En lo más álgido de la crisis, Joaquín Balaguer le manifestó a Núñez Collado que aceptaba cualquier solución, pero que no quería humillación.

Relata que el 9 de agosto se produjo una reunión en la biblioteca República Dominicana en la que también participó el embajador John Graham, coordinador de los observadores de la OEA. Balaguer le propuso a Peña Gómez dividirse entre ellos el período.

“En ese momento, el presidente Balaguer le dijo al doctor Peña Gómez, con mucha tranquilidad: usted sacó más de un millón de votos y yo saqué más de un millón. Es un empate virtual, partamos el pastel”.

Continúa diciendo que Peña Gómez entonces le pidió a Balaguer que se explicara y éste le contestó: “Yo dos años y usted dos años”. Peña Gómez reaccionó chocando la mano con Balaguer y diciéndole: “¡De acuerdo!”

Indica que le comunicó al embajador Graham que a la firma de un acuerdo de ese tipo él no iría ni como Agripino ni como represente de la Iglesia.

Es por eso que convocan a Peña Gómez al día siguiente y cuando le comentan su parecer éste dijo, sorprendido, “que no veía dificultad en compartir la propuesta del presidente Balaguer”.

Núñez Collado recuerda que comentó que “el problema es que hasta hace unas horas, el PRD había estado denunciando un fraude colosal. ¿Compartiendo el pastel no hubo fraude? ¿Qué mensaje se lleva la gente?”.

Como Peña Gómez estaba decidido a firmar ese acuerdo con Balaguer, entonces decidieron excusarse ante el Mandatario porque no estarían presentes. La reacción de Balaguer fue decir que esa propuesta fue para salir del paso en ese momento y que él vería que le ofrecía (a Peña Gómez). La idea de compartir el periodo en dos años uno y dos años el otro naufragó.

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