Euri Cabral lloró por Diandino y por Martinez Pozo pero nunca lo ha hecho por los pobres dominicanos

El comunicador Euri Cabral es reconocido por sus permanentes prédicas de la palabra de Dios en los espacios comunicacionales en los que desarrolla su labor profesional, inclusive, su canal Señales TV es una plataforma mayormente utilizada para esos objetivos de promover los valores cristianos en la sociedad dominicana.

Es un profesional de la comunicación versátil que supo en su momento sobrevivir a las embestidas del poder político cuando los que estaban enquistados en el Palacio Nacional no toleraban sus permanentes críticas. Supo esperar la llegada nueva vez de un PLD que lo recibió con los brazos abiertos en el 1998 cuando aun residía en la ciudad de Miami.

Esa paciencia valió la pena ya que con el regreso al poder de Leonel Fernández en el 2004 pudo recuperar parte del camino perdido. A tal punto que fue a partir de ese momento en el que sus cifras bancarias comenzaron a surcar los seis dígitos.

Esa bonanza se aquilató con la llegada a la Presidencia de su íntimo amigo el Presidente Danilo Medina Sanchez. Hasta tiene su propio canal de televisión. Y ha podido acumular una fortuna económica inconmensurable.

Es ese el hombre cristiano y comunicador próspero que frente a la teleaudiencia nacional lloró en momentos en que su amigo Diandino Peña estaba siendo atacado por el programa de investigación televisiva de la comunicadora Alicia Ortega.

Por igual, fueron esas mismas lágrimas que derramó cuando recientemente su amigo y socio el comunicador Julio Martinez Pozo reveló que esta siendo investigado por la Procuraduría General de la República por su posible involucramiento en actividades ilícitas de lavado de activos.

Esta sensibilidad mostrada ante el ojo público frente a las vicisitudes de sus amigos y socios pudiera reflejar el alma noble que habría en él. Pero no es así. Sus ojos no se humedecen por cualquier mortal. A pesar de los enormes niveles de pobreza y de precariedad existente en la República Dominicana, al día de hoy nunca le hemos visto llorar por un quebranto social o por el infortunio de un ciudadano de a pie.

Ni siquiera le hemos visto resolver un padecimiento de los tantos dominicanos necesitados que procuran en los medios públicos encontrar la mano amiga que les auxilie. Al día de hoy no hemos escuchado al primer dominicano decir «Euri me ayudó».

Ese es el hombre cristiano que todos los días inicia su programa radial leyendo la palabra de Dios. El cual sin lugar a dudas actualmente esta disfrutando de las mieles del poder y de los placeres que provocan tener unas cuentas bancarias reventadas de ceros.

Sin embargo ese mismo hombre 20 años atrás se encontraba refugiado en los Estados Unidos limpiando platos en un restaurant para poder sobrevivir. Pero ya hoy día exhibe una de las mayores fortunas que pocos periodistas dominicanos ha podido acumular en toda la historia de la comunicación de nuestro país.

Euri sabe bien lo que tiene,  por quien llora y por quien eleva su marcada voz. No lo hace por cualquiera, al menos así lo demuestran sus acciones públicas.

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