Hermana Marcella Catozza: Haití va hacia el abismo

Cortesía de Vatican News/Por Barbara Castelli

Ciudad del Vaticano.- “El jueves pasado por la noche, bandidos armados irrumpieron en el Kay pè Giuss, el orfanato donde acogemos a 146 niños, 30 de los cuales están gravemente discapacitados, y trataron de llevarse el generador de energía. La noche siguiente, 20-25 hombres regresaron en fuerza, con ametralladoras, pistolas, machetes, y atacaron la despensa, que sirve tanto a los niños del orfanato como a los 400 niños de la guardería de la misión, y se llevaron todo. También se llevaron el material higiénico y luego se fueron donde los niños dormían, robando también los colchones y todo lo que encontraron. Todo de una manera violenta”.

La historia de la Hermana Marcella Catozza, a la cabeza de la misión de Vilaj Italyen en Haití, uno de los países más pobres del mundo, nos deja atónitos. La obra del misionero italiano nació en 2005 en Waf Jeremie, en una de las zonas más desfavorecidas de Puerto Príncipe, una barriada construida sobre un vertedero. “El mayor daño sufrido -continúa-, además del daño material, es la fragilidad de estos niños, que ya han sufrido mucho. Aquí están tratando de reconstruir su humanidad en un camino de belleza y bondad. Es como si hubieran recibido otro golpe”.

Haití y su perenne estado de emergencia

Sor Marcella Catozza nos cuenta que el refugio nació “casi por casualidad después del terremoto”, una obra que ha crecido “gracias al generoso trabajo de muchos”. “En este país no hay futuro para los niños -señala- porque es un país que va hacia el abismo, que vive en la violencia, que no va hacia ninguna parte. No estamos construyendo nada para asegurar un futuro diferente: trabajamos como si estuviéramos siempre en una emergencia. Así es como “se detienen las situaciones de emergencia: se hacen comedores, se hacen hospitales, se hacen escuelas en la calle”, todas iniciativas que, sin embargo, “no construyen un futuro diferente” para Haití. Nuestro deseo”, insiste la hermana, “es preparar a estos niños para que cambien de país, pudiendo recibir formación”. Estos acontecimientos nos llevan a acelerar los pasos que queríamos dar: llevar a los primeros 40 niños a nuestras instalaciones italianas, cerca de Asís”.

No hay voluntad de cambiar las cosas

La Hermana Marcella Catozza ha trabajado en el Amazonas, Albania y Vietnam, pero en el Caribe encuentra dificultades que son casi insuperables. La falta de interlocutores, por ejemplo, tanto que no es posible llamar a la policía después de los ataques, porque “la policía tiene miedo de los bandidos, porque los bandidos tienen la realidad en sus manos”. “Es como si siempre tuvieras que empezar de nuevo: nunca logras caminar a través del tiempo”. Y el estado “no ayuda”. Médicos Sin Fronteras, por ejemplo, concluye la Hermana Marcella Catozza, “está saliendo del país: ya han cerrado tres hospitales porque el Estado ha obligado a pagar impuestos alucinantes. Antes, Médicos Sin Fronteras gestionaba hospitales gratuitos: ahora la gente no sabe adónde ir. Este es el drama de este país: no hay voluntad de hacer que las cosas cambien”.

La Vía Láctea Foundation Onlus

La Fondazione Via Lattea Onlus, de la que la Hermana Marcella Catozza es presidenta vitalicia, fue fundada hace unos dos años para apoyar diversas obras en todo el mundo. “El misionero -especifica- debe tener el valor de entregar el trabajo a las personas con las que lo ha hecho, de pedirles un paso de adulto, para que realmente puedan empezar a ser protagonistas de la historia y de las obras que venimos a hacer en su país”.

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