El esperado fallecimiento del periodista César Medina, tras serle detectado un cáncer terminal que lo tenía postrado en la tranquilidad de su hogar en espera del desenlace pronosticado por sus médicos de cabecera, ha provocado júbilo nacional en una sociedad a la que el periodista atacó permanentemente con la prepotencia y la altanería que le caracterizó a lo largo de su carrera periodística.
Inclusive algunos plantean declarar tres días de júbilo nacional a través de una resolución que próximamente pudiera ser sometida por ante el Congreso Nacional.
Cesar Medina se catapultó como el máximo representante del bocinaje peledeísta en los medios de comunicación, los cuales están plagados de un sinnúmero de periodistas y comunicadores que reciben sueldos y contratas del gobierno para que defiendan las iniciativas y posiciones del presidente Medina y el Partido de la Liberación Dominicana.
César Medina se fue a otro mundo y aunque dejó toda una enorme fortuna que pudo construir gracias a sus argucias políticas, tras su legado quedará la mancha negra y el amargo sabor de haber sido un profesional de la comunicación que en vez de haberse erigido como defensor de los intereses del pueblo, se apandillo del lado de los que por anos han explotado y pisoteado la dignidad de nuestro empobrecido pueblo dominicano.