OPINION: Leonel Fernández o la caída del político infalible. Por Alfredo de la Cruz

La derrota de Leonel Fernández en las primarias abiertas y simultánea a manos de Gonzalo Castillo es el fracaso político más estridente en la carrera del expresidente dominicano.

Durante poco más de dos décadas, Leonel Fernández supo moverse como un prestidigitador sobre la resbaladiza superficie de la política. El tres veces presidente de República Dominicana ya había sido desahuciado antes. Se recordará que, en el proceso celebrado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), dentro del marco del VIII Congreso Comandante Norge Botello del año 2013, para elegir a los miembros que completarían la matrícula del Comité Central, la corriente danilista se impuso al leonelísmo cómodamente propinándole una espectacular derrota.

Más adelante, en los aprestos para elegir la candidatura presidencial del PLD para las elecciones de 2016, el danilismo propinó la segunda derrota al leonelísmo en el año 2015, al prosperar la propuesta que el Licenciado Ramón Ventura Camejo había remitido al Comité Político para realizar una modificación constitucional que le permitiera presentarse, una vez más como candidato al presidente Danilo Medina, la cual fue aceptada y aprobada a unanimidad por el Comité Político en la reunión de Juan Dolio, lo que permitió al presidente Medina mostrar la fortaleza de su liderazgo en ascenso.

Mientras en Santo Domingo se acumulaban las denuncias de corrupción y enriquecimiento ilícito en sus administraciones para connotadas figuras muy cercanas a él, Fernández viajaba por el mundo y nunca atendió a los reclamos sobre los escándalos de corrupción de sus gobiernos.        

Fernández paso los siguientes años ocupado en su interés de regresar a la presidencia de la República y sus viajes al exterior, desde conferencias internacionales hasta la representación, de organismos multilaterales: jefe de observadores de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) para las parlamentarias de Venezuela en diciembre del año 2015; jefe de Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) para el referendo constitucional de Bolivia en febrero del año 2016; en Ecuador en febrero del 2017 y en México en julio del año 2018.

Dado los amplios márgenes en los índices de aceptación que acusaba el presidente Medina y las muestras de apoyo a su administración, de los ciudadanos, los dirigentes de su partido y de las agrupaciones aliadas, el expresidente Fernández le enfrentó con desmedida oposición, descalificaciones y ofensas ante la posibilidad de un tercer mandato, que el mismo presidente Medina no había mostrado interés al respecto. Esto abrió una gran herida a lo interno de la agrupación política.

El expresidente Fernández por su parte, anunció ya de manera formal, el 28 de agosto de 2018 que a partir de ese momento iniciaría un recorrido por los 158 municipios del país, para según dijo, escuchar al pueblo y posteriormente continuar con su jornada indetenible para lograr la presidencia de República Dominicana en el año 2020. Multitudes enardecidas que acudieron a la presentación de firmas en el Palacio de los Deportes, donde dio las declaraciones, aclamaban entusiasmadas.

Refiriéndose a las primarias que el PLD celebraría para elegir al universo de sus candidatos para las elecciones del 2020, Fernández expresó aquel 28 de agosto: “hemos ganado cuando son cerradas, y hemos ganado cuando son abiertas. Lo mismo nos da, desde el punto de vista de la logística, desde el punto de vista de la competencia electoral, que sean abiertas o cerradas, ganaremos como quiera”. A pesar de que Fernández, era partidario y defendía las primarias cerradas, el danilismo logró imponer cómodamente el sistema de primarias abiertas, apoyado por las bases del PLD y amplios sectores de la vida nacional dominicana.

El anuncio del presidente Danilo Medina la noche del 22 de julio de los corrientes, de que no buscaría la reelección en el 2020, afligió no solo a sus seguidores dentro del PLD, sino a medio país, que durante estos poco más de 7 años se acostumbraron a ver, en el presidente Medina a un líder excepcional, cercano al pueblo llano, despertando las mayores muestras de simpatías y afectos y el repudio hacia el leonelísmo. Sin embargo, el anuncio de Gonzalo Castillo como precandidato a la candidatura para la presidencia de la República del Partido de la Liberación Dominicana por el sector danilista el 8 de septiembre, concitó el apoyo de las mayorías: Comité Político, Comité Central, senadores, diputados y comités intermedios, logrando revestir al danilismo de una fortaleza ciclópea que lo mostraba además de compacto, imbatible, y lo proyectaba más allá del 50% dentro de los ámbitos del propio PLD.

Como resultado, el pasado 6 de octubre, Gonzalo Castillo, el representante del danilismo ganó con poco más de 26 mil votos, a su principal contendor, el expresidente Leonel Fernández. La derrota de Leonel Fernández en las primarias abiertas y simultánea a manos de Gonzalo Castillo es el fracaso político más estridente en la carrera del expresidente dominicano.

Desde aquel momento Fernández, vive sus horas más bajas. Ha perdido el aura que lo rodeaba, al salir derrotado en el escrutinio interno por aquel que menospreció y llamó despectivamente el «becerro de oro». La declaración de fraude que ha hecho, como consecuencia de la no aceptación de su derrota, sin presentar hasta ahora indicios fiables y el rechazo de la ciudadanía a su declaración, sin un aparente sustento, de que fue usado un algoritmo que alteró los resultados de las votaciones, ha fulminado la credibilidad que alguna vez le acompañó, sumiendo al PLD, el histórico partido a que pertenece en una crisis de pronóstico reservado. 

Sin embargo, el no haberse generado impugnaciones en las mesas electorales, ni irregularidades mayores en el proceso de las votaciones y las actuaciones oportunas y responsables de la Junta Central Electoral, ciñéndose al reglamento electoral previamente aprobado por los partidos políticos, pero sobre todo abriéndose a las propuestas para resolver la crisis, es un espaldarazo que reviste de legitimidad el triunfo de Gonzalo Castillo, y más aún a una candidatura que, con un discurso de unidad y esperanza se construyó, afinó y fortaleció desde el corazón del pueblo en menos de 60 días. 

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