Varios analistas políticos consultados sobre las multitudinarias y apoteósicas marchas cívicas que se han realizado en Santo Domingo, Puerto Plata, Santiago y otros lugares del país, afirmaron que la presencia masiva de ciudadanos en estas marchas se deben a un sentimiento común que une al dominicano de provocar una ruptura con un viejo orden político en el que la corrupción, la impunidad, el endeudamiento y el desorden representan las cuatros columnas fundamentales sobre las que se sostienen las anquilosadas y oxidadas estructuras de la partidocracia tradicional en la República Dominicana.
El pueblo dominicano no solo quiere rostros nuevos en el quehacer político sino que también quiere una mentalidad política nueva en la que los intereses colectivos estén por encima de los intereses personales del político de turno que tiene las riendas del Estado dominicano.
El clima político esta perfectamente condicionado para que el Movimiento Verde haga la transición de movimiento cívico a movimiento político que pueda aprovechar esa gran capacidad de convocatoria que tiene para catapultar como líder a una persona que reúna las características para dichos fines.
Y así sucedió en España donde desde el año 2011 al 2014 se realizaron las mas importantes marchas cívicas de toda su histórica, lo cual fue aprovechado por un grupo de intelectuales y catedráticos universitarios para la construcción de un proyecto político que sirvió para convertir la indignación colectiva en posibilidad de cambio político. Ese proceso histórico de marchas cívicas engendró lo que hoy conocemos como Podemos, un grupo político encabezado por Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, quienes en sus primeras contiendas electorales han tenido éxito posicionando fuerza política importante en los principales espacios de poder en Europa y en España.
Esto representa el perfecto espejo en el que deberían verse los organizadores de las marchas verdes, que a pesar de lo multitudinaria que han sido las marchas, no ha podido doblarle el pulso a un gobierno dominicano que luce convencido de que, utilizando las propias estructuras del estado incluyendo el presupuesto nacional, no podrán narigonearle desde la sociedad civil exigiéndole el cumplimiento de la norma constitucional que les ordena a la administración pulcra y transparente de los recursos públicos y al sometimiento ante la justicia de todo funcionario que sea señalado por un acto de corrupción.
Al parecer las complicidades y los compromisos políticos y financieros asumidos en tiempos de campaña electoral, imposibilitan al Presidente Medina tirarle la soga a uno de esos tutumpotes que hicieron posible que hoy fuese Presidente de la República, por lo que las marchas cívicas podrían ser instrumento perfecto para la canalización de la indignación popular pero no para provocar la necesaria ruptura y cambio político que debe haber en el país.
El escenario esta perfectamente condicionado para una histórica ruptura política, solo es cuestión de que el movimiento cívico verde entienda que se hace necesario convertir la indignación popular en cambio político a través de la constitución formal de un cuerpo político que presente a la nación sus mejores hombres para posicionarlos en los principales espacios de poder del país y desde allí realizar los cambios necesarios que por años anhela un pueblo dominicano históricamente oprimido y humillado por una clase política sin compromiso histórico que ha hecho del Estado dominicano el botín para satisfacer sus desmedidas apetencias personales.
