La migración de haitiana hacia nuestro país se comenzó a masificar en el primer gobierno del ex presidente Leonel Fernández (1996-2000). Más tarde, en la administración del ex presidente Hipólito Mejía continuó incrementándose. Lo mismo ocurrió en el segundo gobierno de Fernández. Pero ya en estos 6 años de gestión que lleva el Presidente Medina la situación se agravó debido a que el gobierno se olvidó de proteger la frontera y también ante la implementación de un plan de regularización en el que se le han entregado documentaciones a mas de 250 mil haitianos a pesar de que en mas de un 90% no cumplieron con los requisitos de la ley 169-14, beneficios migratorios que ha motivado a miles y miles de haitianos continuar entrando al país procurando ser beneficiarios de una ley de por si es inconstitucional.
La característica principal de esta oleada de inmigrantes es su ilegalidad. Millares traspasan la frontera instalándose en los campos y principales ciudades del país. Con el apoyo tácito de empresarios trabajan en la agricultura, zonas arroceras, ganaderas y cafetaleras. En las ciudades, se establecen como obreros de la construcción, guardianes de vivienda, vendedores ambulantes y pedigüeños.
Provocando todo esto el incremento de los cordones de pobreza y miseria, profundizando las desigualdades sociales y como vemos con este nuevo brote de difteria, esa migración continua trayendo hacia nuestros país enfermedades que por años habían sido erradicadas.
Las repercusiones políticas de esta situación son evidentes. Entre 2004 y 2008, el problema de la presencia haitiana se agravó. Y la misma, es hoy una fuente de problemas con el gobierno haitiano y a nivel internacional con la llamada diáspora y sus lobbies, particularmente en los Estados Unidos, Canadá y Europa.
Asimismo, una Comisión Mixta dominico-haitiana establecida desde 1996 por Balaguer y René Preval para desarrollar planes de desarrollo entre ambos países no se consolida. O sea, ningún gobierno ha encarado con seriedad este problema.
El conflicto actual en la frontera, pues, se veía venir. Otros conflictos pueden estallar en cualquier momento. Años de pasividad y de ausencia de regulación, entre otros factores, explican esta crisis. Y este polvorín latente puede estallar provocando una explosión de imprevisibles consecuencias inter-estatales.