El detalle nada pequeño de Guillermo. Por Gnosis Rivera

La presencia de Guillermo Moreno en la manifestación ciudadana celebrada en Santiago de los Caballeros el pasado 26 de marzo me produjo ruido, y sigue sin gustarme aún después de todas las loas y parabienes manifestados por él hacia Marcha Verde, durante una entrevista en un popular programa televisivo.

En la primera marcha realizada ese inolvidable domingo 22 de enero, se invitó a todos los partidos políticos a que no hicieran uso de la actividad para fines politiqueros. Se les pidió de forma explícita que el uso de banderas y consignas alusivas a cualquier gremio político no estaban permitidas, toda vez que se trataba de una actividad eminentemente ciudadana, política, ¡sí! por tratarse de la lucha por derechos colectivos, pero nunca partidista. Así las cosas, atender a este llamado significaba una forma de respeto a la voluntad del pueblo de marchar limpiamente, sin atender a intereses de ningún sector del poder político. Acatar este dictamen suponía considerar el sentir de un país cansado de que le usen y le abusen. Insisto, se trataba de respeto.

Para la convocatoria del 26 de marzo la cosa no fue distinta, más al contrario se enfatizó en ese detalle tan importante: no llevar a la marcha símbolos alusivos a los partidos políticos. Hay que insistir y dejar más que claro que el llamado a marchar fue dirigido a todo el país, y el país somos TODOS; lo es Guillermo, su esposa, sus hijos, los militantes de su partido, todos estamos llamados a participar en la lucha contra la impunidad y la corrupción, y es en este sentido, único sentido para mí, que la presencia de Guillermo y toda su gente suman a Marcha Verde, de la misma manera que suma el albañil, el plomero, la ejecutiva bancaria, la señora que vende té, el chofer y el joven estudiante. Todos sumamos. Pero Guillermo Moreno, haciéndose con la forma de llegar al frente de la tarima, con un cruza calles con los colores de Alianza País, procurando la atención de la prensa y ofreciendo declaraciones, para luego hacer un video con la multitud verde y su cara agitando frases contra la corrupción, eso no es suma sino que irrespeto y oportunismo.

Si Guillermo no tuvo el pequeño detalle de acatar el llamado explícito de Marcha Verde, que no es más que un llamado del pueblo mismo, a no hacer alusiones partidistas dentro del marco de la actividad, ¿por qué debo creer que respetará la voluntad del pueblo más adelante si logra llegar al poder? No puedo pasar por alto ese gesto, al contrario, le doy toda mi atención y pido al país que haga lo propio. Ese simple detalle me habla del respeto y la consideración hacia un pueblo dolido, indignado y harto de tanto abuso, por parte de alguien que dice querer dirigirlo.

Y puedo pasar por intransigente, y sí que lo soy. Luego de tantos vejámenes e irrespeto a esta nación, soy muy exigente con las acciones de cualquiera que opte por dirigir los destinos de mi país. No caigo en el juego que nos ha torcido el destino por décadas: confiar en palabras que no están sustentadas por hechos. Como he dicho muchas veces, los pequeños detalles pueden ser de todo, menos pequeños. Guillermo no me convence y menos después del 26 de marzo.

Sé que no es posible que este haya montado su operación en la manifestación de aquel domingo espontáneamente. Eso fue algo planeado, estructurado, y sin duda contaron con el apoyo de personas que estaban ahí marchando hombro a hombro con cada uno de los que lo hacíamos genuinamente y de corazón. No somos idiotas. Conocemos cómo operan. Sabemos bien que hay menos esfuerzo en aprovecharse del contexto social actual que fajarse a construir ciudadanía y hacer verdadera política. Marcha Verde no es un letrero de Alianza País, es mucho más que un tono color turquesa con las palabras Cero Impunidad en él, ni lo son sus gritos ni sus vocerías. Marcha Verde es un sentimiento, un compromiso, un hartazgo convertido en acción y en despertar. Es la familia que viajó desde San Pedro de Macorís solo para marchar, es la doñita del andador, el señor de las muletas, la viejita del balcón, el niño en los brazos de su madre y el señor que estuvo todo horas parado frente a un hoyo para advertir a los caminantes de no caer en él. Eso debe saberlo Guillermo, y si no lo sabe pues que se entere.

Por último y no menos importante: No se trata de recursos y que sean organizaciones pequeñas. El comportamiento ético y serio de un político no tiene nada que ver con sus recursos, muy al contrario, lo será a pesar de esos estos. El respeto de un líder de organización partidista hacia un llamado serio de la ciudadanía, como lo fue el que hizo Marcha Verde a todos los partidos, no está supeditado a que sean grandes, pequeños, medianos o emergentes. Se trata de respetar a un pueblo indignado y cansado que dijo BASTA!  Y si no lo respetas en lo pequeño, no esperaré que lo hagas en lo grande.

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