El fracaso de nuestros líderes es más grande que ellos mismos. Melvin Mañon

Cuando los líderes políticos fracasan deben cargar con una responsabilidad doble. Una, la de no haber logrado lo que se proponían lo cual, en cierto modo, solamente atañe a dicho líder y su familia, otra, de mayor envergadura y consecuencias el desamparo de los que habían creído en ellos y puesto el futuro propio en sus manos. En el primer caso existen dudas razonables de que esos líderes realmente se propusieran llegar a algún lado si convenimos en que la promesa que no viene acompañada de hechos, como promesa se queda. En el segundo caso, la responsabilidad es –ya se dijo- mayor y mas pertinente.

El número de profesionales, intelectuales, ciudadanos  de todo tipo que el PLD ha podido y ha sabido adquirir a lo largo de sus numerosos gobiernos, pero muy especialmente bajo Danilo Medina, es aterrador. La respuesta que, a manera de explicación, se comenta en la calle alude siempre a lo mismo: fulano se vendió y naturalmente a esas personas, unos los hacen objeto de escarnio, otros de envidia y no falta el sarcasmo de quienes lo celebran.

Al tratar de explicar las causas por las que una cualquiera de esas personas cambió de bando, tampoco existen respuestas satisfactorias y vale comparar la situación con la de jugadores y equipos de grandes ligas en los cuales se adquieren peloteros entre un equipo y otro y también hay peloteras que se declaran como agentes libres y como tales pueden negociar directamente; los jugadores se compran y se venden sin que se califique la practica de pecaminosa. En una sociedad mercantilizada, muchísimos profesionales e intelectuales se ven y posicionan a sí mismos de esa manera. El intelectual no tiene músculos que vender pero si servicios que prestar. Algo de la esencia de ambos es común, sin embargo, se confiere al intelectual un vínculo ancestral y acaso necesario con la razón, la justicia y el derecho, no reclamado en el caso de los peloteros.

Es necesario entender que en una época como esta, son muy escasos los profesionales o intelectuales profunda e irrevocablemente comprometidos con una ideología, con una visión del mundo, un conjunto de principios por los cuales guiar su accionar. Esto, la ausencia de ese compromiso, es lo que favorece la comparación con los jugadores de grandes ligas. El gobierno del PLD como los yankees de Nueva York tiene dinero para comprar a cualquier pelotero o intelectual que esté dispuesto a venderse y que tenga algún valor para ellos comprarlo. Verdad mas o menos sabida pero que no responde la interrogante de por que ese alguien estuvo dispuesto a venderse.

Hay peledeistas que ya han indicado su interés en salir de ese litoral. También habrá otros intelectuales y profesionales que asqueados y pensando en su propio futuro quieran hacerlo. Ayudémoslos.

He conocido hijos de revolucionarios de mi generación que consideran a sus padres, tanto si viven como si fueron muertos, como tipos fracasados y rehúsan tomarlos de modelo. Tampoco podemos culparlos. Nosotros todos, unos mas, otros menos, somos políticamente hablando, unos fracasados. Somos gente que no supo entender la época y sus cambios ni hacer lo que habíamos prometido. Somos gente que cometió demasiado errores y eso, naturalmente coloca a mi generación en el lado de los “perdedores” que es justamente lo que los mas jóvenes rehúsan asumir y tampoco podemos culparlos.

En los tiempos del “todo vale” las esposas y los hijos reclaman prosperidad, avances, logros. Las mujeres no quieren cargar con un “quedado” y los hijos no aceptan quedarse atrás en la competencia de modas, lujos y teneres y suponen que estudiaron para eso, se graduaron para eso y socialmente se colocaron para eso.

Ahí, justo en ese punto, es donde le fallaron a estos jóvenes, los dirigentes políticos dominicanos quienes al no constituirse en alternativa de poder razonablemente clara, sembraron el desencanto y la desesperanza en estos  profesionales e intelectuales y ese fracaso impactó de dos maneras:

a.- Estas personas llegaron a la conclusión de que esos dirigentes y sus organizaciones no iban a ningún lado. Por lo tanto, ¿que sentido tenía para ellos seguir atados formal o institucionalmente a partidos y causas que de antemano sabían no triunfarían?

b.- Apercibidos de las limitaciones de esos dirigentes, incapaces de sentirse orgullosos de estar bajo su dirección y mentalmente condicionados para admirar el éxito, celebrar el triunfo de los tipos listos, estas personas se preguntaron ¿por que no aprovechar una buena oferta?, ¿por que no posicionarse y recibir beneficios? porque después de todo algunas hasta albergaron la creencia de que podrían hacer algo útil y bueno, ¿que iba de mal en semejante conducta?

El fracaso de los dirigentes políticos y sus organizaciones es parcialmente responsable de esas deserciones. Pero esa no es toda la historia.

He aquí la otra.

Cuando algunos de esos intelectuales y profesionales pasaron a servir al gobierno del PLD, ellos sabían que la intención era utilizarlos. Ninguno era tan tonto para no darse cuenta.  Consintieron en ser utilizados. Ahora bien, al momento de tomar su decisión ellos lo hicieron a favor de un gobierno cuya complicidad con el crimen no era tan obvia y demostrable como lo es ahora. Los que, como peloteros, firmaron en el equipo del PLD necesitaban creer que el gobierno no era tan sucio, tan descarado, tan canalla, tan delincuente, tan ilegítimo y tan bandido y esa consciencia parcialmente cierta y parcialmente acomodaticia facilitó, junto a los puntos (a) y (b) ya enumerados su decisión.


Ahora la situación ha cambiado y en algún momento, a medida que la lucha democratizadora arrecie, a medida que se avizore el fin de esta farsa, esa decisión empezará a pesarle a algunos de los que la tomaron.

Así como los peledeistas estaban convencidos de que jamás iban a enfrentar una situación como la que tienen, así mismo los colaboradores que ellos reclutaron de otros litorales pensaron que igual, cuando el gobierno cambie, ellos podrán encontrar acomodo en la nueva situación. Pero es posible, solamente posible, que ahora sea diferente.  Hay peledeistas que ya han indicado su interés en salir de ese litoral. También habrá otros intelectuales y profesionales que asqueados y pensando en su propio futuro quieran hacerlo. Ayudémoslos.

Como norma general he dicho y reitero, todo aquel que en política o no, vive por encima de sus medios, todo aquel que acumula deudas, que suscribe un estilo de vida caro está expuesto a caer en la trampa de la prosperidad que los estrangula como ciudadanos y los arrea como consumidores al rebaño.

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