Con la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la amenaza latente del populismo a ultranza de la extrema derecha e izquierda han socavado los cimientos de la integración regional, y la Unión Europea no es la excepción. El Reino Unido siempre fue un pívot geopolítico estratégico como lo denominó Zbigniew Brzezinski en su interesantísima obra El gran tablero mundial. El Reino Unido nunca tuvo una visión integracionista de Europa y su declive imperial lo convirtió en el alfil de los Estados Unidos para inclinar la balanza de la Unión Europea hacia los intereses estadounidenses, ya que la alianza estratégica que sostiene dicha organización la franco-alemana, nunca ha logrado ponerse de acuerdo si deben mantener una alianza transatlántica con los Estados Unidos. Pero si en algo están de acuerdo es en la independencia y la consolidación de ese proyecto regional, porque son actores poderosos y activos. Alemania es la economía más poderosa de Europa y Francia una potencia nuclear, y la segunda economía de la eurozona, y saben que unidas son el pilar del futuro de la organización.
La alianza franco-alemana como dijimos anteriormente es fundamental para la consolidación de la Unión Europea. Sin embargo, corre peligro por la volatilidad y el extremismo presente en las elecciones francesas. François Fillon el candidato de la derecha tradicional cayó en desgracia, y se vio asediado por la candidatura ultra-derechista de Marine Le Pen que aboga por la salida de Francia de la Unión Europea igual que Melenchon en el espectro político de la extrema izquierda. Por dicha razón, el único candidato que garantiza la integración regional y que no es considerado un extremista, sino un candidato el establishment es Emmanuel Macron. Macron ha demostrado ser un candidato vinculado intelectual y sentimentalmente con el fortalecimiento y la vigencia regional de la Unión Europea, que de cierta forma tiene un paralelismo histórico con la alianza estratégica de la década de los 80 entre el Canciller alemán Helmut Kohl y el Presidente francés François Mitterrand, esta alianza fue fundamental en el fortalecimiento supranacional de la Unión Europea.
Desde la creación de este organismo supranacional, la integración de la Unión Europea ha estado supeditada históricamente a la cooperación de la alianza franco-alemana. Otros Estados importantes han hecho caso omiso a la importancia geopolítica y estratégica de la Unión. Un ejemplo de ello es España, este país se encuentra sumergido en una profunda crisis económica, que no le queda tiempo para pensar en integración regional lo mismo sucede con Italia. La pregunta del millón de dólares es la siguiente: ¿Cómo se mantendrá y consolidará la Unión Europea? La respuesta más óptima a esta interrogante es la solución de la crisis económica de la región, y dicha solución necesita del consenso franco-alemán, ya que sus intereses en la solución no convergen. Alemania por un lado sigue enarbolando la bandera de la austeridad como receta económica y Francia por una mayor intervención supranacional en la solución de dicha crisis. El futuro de la Unión dependerá en gran medida del consenso en dicha materia depende del próximo Canciller alemán y el Presidente francés en caso de resultar electo el próximo domingo o el 7 de mayo, el candidato independiente Emmanuel Macron.
El error histórico del principal liderazgo político europeo ha sido no lograr un consenso en la solución de la crisis económica de la eurozona, dicho error ha provocado el surgimiento del populismo que amenaza con borrar el legado de integración supranacional alcanzado en la época de post-guerra. La solución económica de esta hecatombe debe ser genuina, donde exista una verdadera unión monetaria y fiscal, y que el desarrollo económico de la zona sea equitativo e inclusivo de Norte a Sur. De no existir una verdadera integración económica supranacional entre los Estados miembros será muy difícil para la alianza estratégica franco-alemana mantener vigente el sueño de una Europa unida.
Mi conclusión: Si el próximo domingo o el 7 de mayo Marine Le Pen del Frente Nacional llegase a derrotar a Emmanuel Macron esto decretaría el fin de la Unión Europea. Europa caería a merced del imperio neo-soviético de Vladimir Putin, que desde ya definió que Rusia no será una democracia europea sino un imperio euroasiático, que se basará en la protección de sus intereses y en sus ambiciones expansionistas. Y en una política geoestratégica de confrontación con los Estados Unidos en cualquier escenario. Bienvenidos a la era de un mundo multi-polar donde la agenda global no será trazada desde Washington.