La desigualdad y las recetas del Partido Demócrata en los EEUU. Por Julio Díaz Sosa

La desigualdad económica es el tema socioeconómico del momento, lo cual ha servido de plataforma política de los partidos liberales y socialdemócratas del mundo; el Partido Demócrata de los Estados Unidos no es la excepción. El tema de la desigualdad es una realidad innegable, el problema principal radica en cual es la solución óptima para resolver este flagelo social del siglo XXI, y es donde los demócratas y los liberales políticos del mundo han fallado en lograr.

De acuerdo a un estudio realizado por los economistas Thomas Piketty, Emmanuel Sáez y Gabriel Zucman indica que entre 1980 y 2014, el 40% de los hogares con ingresos medios en los Estados Unidos, sólo vieron crecer sus ingresos en un 42% en dicho período, es decir un 1.2% anual. En el mismo período, el 1% de la población más rica vio crecer sus ingresos en un 204%, es decir un 6% anual. Mientras que el 0.1% de los hogares más ricos vio crecer sus ingresos en un 320%, es decir un 9.4% anual. Sin embargo, en el período del Capital Labor Accord el cual comprende entre 1945 y 1970, es el período de mayores conquistas laborales para la clase obrera estadounidense, el 10% más pobre de la población vio crecer sus ingresos en un 179%, es decir un 7% anual.

Colocando estos datos en perspectiva de esta triste realidad socioeconómica, le ha dado municiones a los políticos socialistas para buscar soluciones a través de remedios socialistas, tales como: una distribución de los ingresos y una lucha de clases, de que los ricos son los culpables de la desgracia de los más pobres. El Partido Demócrata de los Estados Unidos no escapa a esta realidad política, ya que tiene en sus filas dos dirigentes importantes que enarbolan ese discurso que son el senador por el estado de Vermont Bernie Sanders, que basó su campaña presidencial en este problema y la senadora por el estado de Massachusetts Elizabeth Warren. Sin embargo, durante la administración de Barack Obama los demócratas trataron de enfrentar el problema con una reforma sanitaria, que de cierta forma provocó la mayor redistribución de ingresos desde la época de la Gran Sociedad o Great Society del presidente Lyndon B. Johnson en la década de los 60.

A pesar de que los demócratas han tratado de enfrentar el problema esto no se ha traducido en un éxito electoral para el partido de Andrew Jackson. Desde enero del 2009, cuando Barack Obama tomó el solio presidencial, los demócratas han perdido 1,042 posiciones entre estatales y federales. Pasaron de tener 55 senadores federales en el 2009 a 46 en el 2016. En la Cámara de Representantes poseían 256 escaños en 2008 y en el 2016 solo tienen 194. En el 2008 los demócratas tenían 28 gobernaciones a nivel nacional y en el 2016 pasaron a 16. Y en el plano estatal perdieron 958 escaños. La pregunta clave es la siguiente: ¿Por qué los demócratas han perdido tantas posiciones en los últimos años, a pesar de enfrentar el tema de la desigualdad económica?  La respuesta a esta interrogante es que si bien es cierto que la desigualdad económica es un tema transcendental, no es el tema primordial de la sociedad estadounidense, que está más enfocada en la marcha de la economía del país.

Es cierto que la desigualdad económica ha afectado a la economía en las últimas tres décadas, pero este no es el tema central del estadounidense común y corriente, las soluciones con remedios socialistas propuestas por los liberales al pueblo estadounidense no representan las aspiraciones y los valores del pueblo estadounidense. La mayoría del pueblo estadounidense no quiere el Gobierno federal intervenga en sus asuntos ni que les resuelva sus problemas cotidianos, y así lo indica una encuesta realizada por el think tank o centro de pensamiento Third Way que sólo el 25% de los estadounidenses se identifican como liberales y el 66% dice que la mayor amenaza para la nación es un Gobierno federal más grande.

En la última administración demócrata encabezada por Barack Obama, muchos estados se abocaron a aumentar el salario mínimo, como paliativo para resolver el problema de la desigualdad salarial imperante en gran parte del país. De acuerdo a datos suministrados por el Brookings Institution, una organización de políticas públicas sin fines de lucro con sede en Washington, DC, indica que más de la mitad de los 233, 305 robots industriales que posee los Estados Unidos están realizando labores de baja calificación tales como: pintar autos, ensamblaje de productos, empaque, etc. Estos son las mayorías de trabajos que devengan el salario mínimo, es por ello que un aumento de este ha causado una pérdida masiva de empleos en esas áreas. Vemos que los estados que poseen la mayor cantidad de estos robots de acuerdo al mismo estudio son los siguientes: Michigan con 28,000, Ohio con 20,400 e Indiana con 19,400, estos estados dependían mucho de la industria manufacturera, y con un aumento del salario mínimo en estos trabajos, han empujado a los empresarios a automatizar esas labores, lo cual se ha traducido en despidos. Estos estados fueron ganados por Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016.

Los robots crearán 15 millones de empleos en los próximos 10 años, de acuerdo a un estudio realizado por Forrester Research. Sin embargo, el mismo estudio indica que cerca de 25 millones de empleos se perderán fruto de la robotización, para una pérdida neta de empleos de 10 millones. Es por ello, que incrementar el salario mínimo ha servido de poco para disminuir la brecha salarial, lo cual no refleja una mejoría de la clase trabajadora, ya que son reemplazados con máquinas más eficientes. Por esta razón, los demócratas no han podido sacarle provecho político a esta iniciativa de incrementar el salario mínimo.

La crisis financiera provocada por las políticas neoliberales y la especulación financiera, sirvieron para relanzar el neo keynesianismo en el manejo de la economía, donde el Gobierno tendría un mayor rol, esta crisis benefició electoralmente a los demócratas, pero el elector estadounidense vio que las políticas públicas del Gobierno sólo sirvieron para beneficiar al gran capital financiero, con los rescates financieros a los bancos, y esto no se tradujo en una fuerte expansión económica, con la creación de empleos de calidad y aumento del salario real, y pocos estadounidenses recibieron ayuda del Gobierno federal para salvar sus viviendas, lo cual se convirtió en un  boomerang para las aspiraciones políticas de los demócratas.

La solución a la crisis política del Partido Demócrata depende de varios factores: Primero, los demócratas deben recuperar su base de apoyo electoral que es la clase media estadounidense, que está representada por aquellos que ganan entre 50,000 y 150,000 dólares al año, que en su gran mayoría votaron por Donald Trump. Cerca del 75% de los votantes en estados indecisos son blancos, los cuales Trump ganó con una ventaja de un 21% de acuerdo a datos suministrados por Cook Political Report. Segundo, los demócratas deben hablar del tema central que afecta a los estadounidenses que es la economía y que proponen para mejorarla, deben dejar de lado por segundo la agenda LGTB, la política neoliberal asumida en el discurso de la tercera vía de Bill Clinton, que fue abrir el libre comercio y ser amigos incondicionales de Wall Street, estas políticas los condujo a perder el apoyo incondicional de la clase media, en especial en estados claves como Ohio, Michigan, Pennsylvania entre otros. Tercero, deben dejar de lado la funesta política de expansión del Estado de bienestar, la sociedad estadounidense cree mucho en la libertad individual y en un rol limitado del Gobierno federal. Por ejemplo, la política social de ofrecer matrícula universitaria gratuita no beneficia a la mayoría de los estadounidenses, ya que sólo un 25% de la población del país posee un título universitario, la mayoría del pueblo ve esa política como dilapidación del dinero de los contribuyentes.

Los demócratas deben enfocarse en políticas públicas que extirpen de raíz la desigual económica que vive la sociedad estadounidense, debe hacerlo desde la óptica del capitalismo puro, que es el sistema originario de los Estados Unidos y no con remedios socialistas. Un ejemplo de esta política, sería una política enfocada en la acumulación de capital, a través de la democratización del crédito que incentive la creación de pequeños negocios, uno de los pilares del llamado sueño americano. Otro ejemplo es asegurar que la clase trabajadora encuentre empleos decentes debido a la pérdida masiva de empleos fruto de la automatización y la inteligencia artificial, a través de programas de entrenamiento para trabajos técnicos que no necesariamente signifiquen una educación universitaria. De igual manera, deben ofrecer una alianza estratégica entre los empleadores y los empleados para un programa privado de retiro, no forzando a los empresarios a pagar altos salarios mínimos que no corresponden con los niveles de productividad, lo que se traduce en altos costos operacionales y por ende terminan despidiendo a los empleados. Si los demócratas no se abocan a ese proceso intensivo de introspección política, donde enarbolen las verdaderas aspiraciones del electorado estadounidenses se verán compelidos a pasar una larga temporada en la oposición política.

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