Marcha Verde y el futuro. Por Franiel Genao

Desde el pasado 22 de enero el tejido del movimiento social y político dominicano se ha visto electrizado por lo que hoy se da a conocer como la Marcha Verde. En el imaginario de la gente, en los cincos meses que van de activismos social y movilizaciones de este colectivo, cada una de las acciones de este fenómeno ha sido exitosa frente a la coyuntura, dejando al Gobierno, y en este caso al danilismo que lo contrala, con pocos espacios de maniobra, pero no indefenso. La oposición, en su diversa y diminuta capacidad para jugar un papel relevante, ha tenido que colocarse detrás de la Marcha Verde.

Este espacio ha mantenido una única consigna enmarcada en el fin de la impunidad. Y es el heredero de una acumulación de luchas de las últimas décadas que han potenciando mecanismos sociales e instalado experiencias en diversos actores sociales, académicos, económicos, políticos y culturales que de forma colectiva o individual gravitan en el escenario que logra dar vida al movimiento verde. En su accionar ante el destape internacional de los escándalos de sobornos y sobreevaluaciones de la constructora Odeberecht han sabido usar esto para potenciar esa agenda pendiente y siempre relegada a un último puesto en los sondeos de preocupaciones en la mente de los dominicanos: la corrupción y la impunidad.

Luego de cuatro grandes marchas (Santo Domingo,  Puerto Plata, Santiago y San Francisco de Macorís)  y actividades  como el Libro Verde, que recogió más de 300 mil firmas, o la llama verde, con un recorrido por más de 60 municipios del país, el movimiento verde ha ido radicalizando un evento tras otro su discurso sobre la forma de lograr el fin de la impunidad ante la pasividad de y la incapacidad este gobierno del PLD de reaccionar de forma satisfactoria al reclamo popular,  evidenciando en su dilación su complicidad con la delincuencia política que hizo suyos los 92 millones de dólares que Odebrecht reconoció usó en forma de sobornos en República Dominicana. Todo esto para no hablar de los montos de casos de corrupción e irregularidades que se acumulan en los papeles de auditorías de la Cámara de Cuentas o la DPCA.

¿Pero qué es el fin de la impunidad?  Es algo tan simple como que cuando vayamos a hacer una fila en un establecimiento público o privado no nos hagamos los locos porque conocemos a alguien y pasemos a delante, o tan complejo como que las instituciones políticas dejen de ser ocupadas por las minorías privilegiadas, corruptas y en su momento cómplices o provocadoras del estado de cosas en el que se encuentra el país.

Para alcanzar el fin de la impunidad es fundamental primero la unidad del movimiento verde en su diversidad que es una de sus mayores fortalezas, pero  que también es una de sus debilidades, dada las antípodas ideológicas que se sientan en una misma mesa, que en otra coyuntura no lo hubiera hecho. Esta unidad ya la vimos antes en el caso del 4% para educación, donde la unidad llegó hasta el cumplimiento de la ley, pero no a la discusión de cuál educación se quería con esos recursos. El movimiento verde debe aprender de esta experiencia para seguir bajo una agenda mínima, entre menor es la distracción o la dispersión en otros temas, que no sean el fin de la impunidad, mayor será la capacidad instalada de este espacio que le permita al menos crear precedentes en la institucionalidad vigente o una nueva que pueda este movimiento ayudar a forjar para generar una situación más favorable a la tarea de reducir los niveles de impunidad con que cohabita el ejercicio político y las prácticas delictivas de muchos dirigentes políticos de los grandes partidos tradicionales y las pequeñas bisagras que anda por ahí, como también lograr profundizar el ejercicio de la democracia y la participación de la gente en la política.

En sus próximas acciones el movimiento verde tiene que reducir al mínimo las formas burocráticas, aburridas y poco creativas. Debe inyectar mayor creatividad y libertad a su movilidad, en el marco de una organización mínima de discusión y acuerdo sobre la consigna  que le ha dado el éxito hasta la fecha.  El 21 de mayo en Azua y el 11 de junio en San Pedro de Macorís son las dos próximas fechas que se ponen como reto para seguir demostrando que se mantiene movilizada la gente de cara a las reivindicaciones que el movimiento verde levantó el 22 de enero de este año.

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