OPINION: Del Coronavirus a la posposición. Por Guido Gómez Mazara

La solidaridad estructurada alrededor de acompañar las acciones del gobierno en el combate al Coronavirus retratan el espíritu noble del pueblo dominicano y la necesidad de colocar en la primera línea todos los recursos humanos y presupuestarios para salir airosos de una crisis sanitarias sin precedentes.El presidente Danilo Medina no encontró resistencias en ningún sector, por el contrario, aunque las elecciones presidenciales están a la vuelta de la esquina, los principales candidatos exhibieron gestos de colaboración consignando públicamente recomendaciones y fuentes de financiamiento para juntos reducir el impacto de una pandemia perturbadora en el orden sanitario que obligará a la reformulación de las políticas en el sector salud.

No habrá excusas en materia de colaboración. Inclusive, en los casi 8 años de gestión, el gesto solidario hacia la actuación del poder ejecutivo supera los aplausos conseguidos durante en proceso de renegociación del contrato del Estado con Barrick Gold. Ahora bien, no es insensato establecer la necesidad de que la actuación gubernamental sea fiscalizada porque la jurisprudencia del demencial uso politiquero en medio de calamidades provoca indignación y retrae del sentido de colaboración cívica la mayoría de ciudadanos auténticamente deseosos de auxiliar.En la lógica clientelar se abre el apetito de los indeseables de siempre que, toman ventajas de cualquier índole, creyéndose que la decencia e intención de colaborar impide la observación ciudadana.

Por eso, la convocatoria hacia una militancia en las tareas solidarias chocan con hechos deleznables que irritan de inmediato porque la gente podría pensar que le están tomando el pelo.El oficialismo debe tomar nota de lo irritante que resulta pagarle 395 millones de dólares a Odebrecht, el despliegue publicitario semióticamente inducido al candidato presidencial del PLD, precios disparados en las licitaciones del sector salud y el insensato reparto que constituyen fuente de contagio. Ahí existe material para construir sospechas y conducir tanto a la sociedad civil como a sectores políticos de que no se hacen las cosas como Dios manda.

Toda actuación en el orden de la acción del gobierno conduce al ámbito de leerlo políticamente. Lo innegable es que, la situación del Covid-19, llegó en un “momemtun” de una enorme favorabilidad opositora que obtuvo resultados electorales auspiciosos el pasado 15 de marzo, y que en terreno práctico, en la medida que la administración urge de la solidaridad de todos los actores del país se plantea de que estamos conminados a postergar temas de esencial importancia pautados en el calendario electoral y de singular significación en la vida nacional, porque cumplirlos atañen a situaciones de orden constitucional.

Uno de los graves problemas del sector gubernamental es que no interpreta señales de vital importancia construidas desde la sociedad. Por eso se reiteran en el error convencidos de que el aluvión de argumentos construidos desde el tinglado comunicacional oficialista representa la prueba por excelencia de legitima sospecha del afán en asociar la situación del Covid-19 con la posposición de las elecciones presidenciales de mayo 17.

Toda la inversión publicitaria recreando la inviabilidad de celebrar el compromiso electoral, pretenden esconder la importancia de un segundo aire político para el PLD. Y en ese sentido, la postergación del proceso tiene al bocinaje como fuente propagandística que irá aumentando con sectores políticos, sociales y franjas del liderazgo empresarial ansiosos de que una “pirueta” sirva para construir esperanzas en un proyecto presidencial inviable. Lo que hace racional una posposición debe estar vinculada al impacto sanitario y el sentido de temor en una población temerosa de contagiarse en las filas.

Los días por venir serán intensos en impulsar la posposición de las elecciones presidenciales y congresionales. El principal cerco será orquestado contra Luis Abinader debido a su condición de candidato puntero al que, por vía de trampas y la suma de maldades políticas, reclamarán ceder y/o no oponerse a modificar el calendario electoral “pescando” una pifia para colocar la jauría mediática en los rieles de ataques y reducir sus posibilidades presidenciales.

Debemos estar atentos, no se rendirán y saben que perdieron la estima en la ciudadanía. Por eso, se van… y andan perturbados. No obstante, en mayo, marzo y julio los resultados serán los mismos.

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