OPINIÓN: Donald Trump, El Proteccionismo y Origen de la grandeza de los EEUU. Por Julio Díaz Sosa

En un mensaje a través de su cuenta de Twitter el pasado 15 de agosto, el presidente estadounidense Donald Trump dijo lo siguiente: «Nuestro país fue construido por los aranceles, y los aranceles nos están guiando ahora mejores acuerdos de libre comercio- a diferencia de los acuerdos de libre comercio horribles e injustos que heredé como su presidente. Otros países no deben ser permitidos entrar y robar las riquezas de nuestro gran Estados Unidos de América. ¡Jamás!»

En ese mensaje el presidente Trump dijo una verdad inexorable, ya que, desde los inicios de esta gran nación, porque los Estados Unidos en gran parte de su historia ha sido una nación extremadamente proteccionista. Uno de los primeros proyectos de ley promulgados por el primer presidente estadounidense George Washington, fue el Acta de los Aranceles promulgada el 4 de julio de 1789. Estos aranceles aprobados en 1789 fueron aprobados para recaudar recursos para el naciente Gobierno federal, y para que a través de esa vía la deuda contraída por el naciente Estado por la guerra independentista fuera saldada; y también para proteger a la insipiente industria estadounidense de la competencia foránea.

A partir de ese instante, muchas industrias en los Estados Unidos estuvieron protegidas de una posible avalancha de importaciones. La mayoría de los bienes que entraban a los Estados Unidos eran sujeto a un arancel de 5%, aunque en algunos casos, estos aranceles llegaron a situarse en 50%. Ese proyecto de ley significó el primero de muchos proyectos de ley arancelarios que fueron aprobados por el Congreso estadounidense por más de un siglo y medio. Los aranceles generaron la mayoría de los ingresos tributarios del Gobierno estadounidense durante el siglo XIX. Esto inició a cambiar a partir del 1913 cuando el Congreso de los Estados Unidos introdujo la figura impositiva del impuesto sobre la renta. Durante algunos años en el siglo XIX, los aranceles representaron cerca del 95% de los ingresos tributarios.

El primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos Alexander Hamilton temía que si los Estados no protegía sus industrias con aranceles de la competencia británica resultaría prácticamente imposible para que los Estados Unidos se independizara económicamente de Gran Bretaña. Por tal razón, los estados del Norte iniciaron la aplicación de aranceles con ese propósito para proteger la industria textil de la competencia británica. En una ocasión el décimo sexto presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln dijo lo siguiente en 1847, antes de ser presidente: «Si nos dan aranceles protectores, tendremos la nación más grande de la tierra.»

Los estados del Sur de los Estados Unidos mucho antes del inicio de la Guerra civil se oponían a estos altos aranceles a las importaciones implementados por los estados del Norte debido a que importaban muchos bienes de países europeos, en especial de Gran Bretaña. Es por ello, que algunos historiadores afirman que Gran Bretaña apoyó a los Estados del Sur durante la Guerra de Secesión con el objetivo fundamental de destruir el desarrollo del aparato industrial estadounidense. Y una muestra que confirma esta tesis fue el conflicto entre el Gobierno federal y el estado de Carolina del Sur en 1832 suscitado por los llamados aranceles de la abominación.

Los aranceles a lo largo de la historia han causado mucha controversia porque si bien es cierto que pueden ser beneficiosos para la economía, en algunas ocasiones pueden causar daños irreparables como ocurrió con el Acta de los aranceles de Smoot-Hawley de 1930 que sirvió como referencia para que otras naciones pusieran barreras arancelarias algo que exacerbó la Gran Depresión de los años 30. Sin embargo, a mediados de esa década el presidente Franklin D. Roosevelt inició a revertir los efectos nocivos de esta política arancelaria.

A finales de la Segunda Guerra Mundial, los aranceles iniciaron a perder adeptos en los círculos políticos de Washington, y por tal razón los Republicanos que una vez fueron los auspiciadores de las políticas proteccionistas, de repente se volvieron fervientes patrocinadores del libre comercio; mientras que los Demócratas permanecieron siendo defensores de los bajos aranceles hasta la década de 1970 cuando la competencia extranjera inició una incursión abrupta en el mercado estadounidense.

Con el surgimiento del nuevo orden económico mundial que rige nuestros destinos desde 1945, los hacedores de políticas públicas estadounidense desecharon el proteccionismo, porque la economía estadounidense había emergido de la guerra como una economía robusta y sólida, ya era la más grande del planeta en términos del PIB nominal y ya las empresas estadounidenses dominaban la escena internacional. Dicho esto, la academia a través de las ciencias económicas empezó a rechazar al proteccionismo como herramienta para apuntalar el crecimiento económico y la expansión hegemónica del capital estadounidense. Desde entonces los Estados Unidos creó el sistema globalista actual que lo ha llevado a predicar por el relajamiento de las barreras arancelarias para inundar al mundo de sus productos y crear un sistema de libre comercio global.

Con el afianzamiento del globalismo y su política económica el neoliberalismo a partir de la década de los 80, los Estados Unidos fue minado desde sus entrañas con este cáncer que ha causado una destrucción paulatina del aparato industrial estadounidense y de la economía real, lo que ha generado bolsones de miseria y de desempleados, que una vez tenían un trabajo seguro en la industria manufacturera. Los políticos estadounidenses en las décadas subsiguientes le hicieron el juego a esa nueva agenda global en detrimento de los menos afortunados. Con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump el globalismo tiene los días contados, ya que decidió volver a los cimientos que le dieron origen a la economía estadounidense «los aranceles» para proteger y recuperar la industria manufacturera estadounidense. Hemos visto que desde su llegada se han creado poco más de 350,000 empleos en ese sector, algo que no ocurría en décadas debido a la fuga de empleos fruto del libre comercio. La hegemonía económica de los Estados Unidos prevalecerá si Main Street o la economía real vuelve a crecer con vigorosidad y es por ello, que el presidente Trump está derrotando con aranceles al país que con su modelo económico ha crecido a expensa de los Estados Unidos, se trata de China. China es un alfil del globalismo al que Trump está derrotando con su política económica de colocar los intereses estadounidenses en primacía.

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