OPINION: Donald Trump y la Paz en la Península coreana. Por Julio Díaz

El pasado martes 12 de junio de 2018, el presidente estadounidense realizó una cumbre histórica con el líder norcoreano Kim Jong Un en la isla de Sentosa en Singapur. Esto representa el primer paso para alcanzar la paz en la península coreana, la cual ha estado en guerra permanente desde el armisticio que puso fin al conflicto bélico entre ambas naciones en 1953. Muchos analistas políticos han supeditado el éxito inmediato de Kim Jong Un accede a desmantelar todo su arsenal nuclear de forma inmediata, algo que a nuestro parecer es muy surrealista.

La realidad geopolítica y de estrategias de negociación que se ha aplicado en estas conversaciones son las de la Teoría de Juegos. La teoría de juegos es un área de las matemáticas que utiliza modelos para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos, para entender como reaccionaría la otra parte en un proceso de negociación, esta teoría fue desarrollada por el matemático estadounidense John Nash que eventualmente fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1994. Esta teoría se ha aplicado en diferentes campos, entre los más destacados la economía y la geopolítica.

El primero en aplicar la teoría de juegos en la geopolítica fue el asesor de seguridad nacional de los presidentes John F. Kennedy y Lyndon Johnson, McGeorge Bundy. Bundy aplicó la teoría de juegos en las negociaciones con la Unión Soviética durante la crisis de los misiles de octubre de 1962, que evitó un Armagedón nuclear a la humanidad. ¿Fue esta negociación un fracaso porque los Estados Unidos no logró su objetivo de derrocar al régimen de Fidel Castro en Cuba? Obviamente que no, ya que ambas partes lograron ganar en esta negociación y de paso evitaron la Tercera Guerra Mundial. Lo mismo aplica en estas negociaciones entre el presidente Trump y Kim Jong Un, ambos buscan un punto de inflexión para evitar la escalada de un conflicto, logrando una paz duradera a través de concesiones, que implica que ambas partes cedan en algunas de sus pretensiones, en pocas palabras se trata de ganar y ganar para ambas naciones.

El líder norcoreano Kim Jong Un sabe que las armas nucleares son su arma de negociación y disuasión política, y que sí renuncia a ellas podría sucederle lo mismo que le sucedió a Muammar Gaddafi en Libia, que una vez que dejó de ser un rival de Occidente y de los Estados Unidos, cuando estos tuvieron la oportunidad de deshacerse de él, no dudaron en hacerlo. Kim Jong Un busca rescatar la maltrecha economía norcoreana y abrirla a otros mercados para evitar el colapso de su régimen a largo plazo por la terrible hambruna que sufren millones de norcoreanos. En la actualidad, cerca del 90% de las exportaciones de Corea del Norte van a China, al igual que el 90% de sus importaciones proceden de este gigante asiático. Por tal razón, Donald Trump y Kim Jong Un están en la misma página para negociar, ya que el objetivo central de los Estados Unidos es lograr insertar a Corea del Norte en el sistema capitalista para lograr sus objetivos geopolíticos y a largo plazo ambas naciones ganan con ese objetivo.

Corea del Norte mejoraría sustancialmente sus niveles de vida una vez se inserte al sistema capitalista. Sin embargo, con esa entrada al sistema capitalista estará concatenada a los remanentes del sistema que controla los Estados Unidos de América, y aunque tenga armas nucleares no podrá amenazar con alevosía como ocurre en la actualidad, ya que el peso de las sanciones serían aún más fuertes que en la actualidad, ya que el país se encuentra fuera del sistema capitalista. Muchos analistas argumentan que el régimen norcoreano no es confiable ya que falló a su promesa de no enriquecerse de uranio en el Acuerdo firmado en octubre de 1994. La realidad es que la posición de bloqueo permanente y la situación económica del régimen es mucho peor que en 1994, a pesar de la hambruna de ese año, por ende no pueden darse el lujo de perder más tiempo en tensiones políticas con Washington, ya que este último ha perdido la paciencia y la nueva política exterior de la actual administración es lograr la paz y la negociación a través del uso de la fuerza militar y no de la aplicación de la política del golpe blando utilizada por la administración anterior, que dejaba ver a los Estados Unidos en una posición débil en las negociaciones ante sus adversarios geopolíticos.

El objetivo geopolítico de los Estados Unidos y de la administración del presidente Trump es mantener la dominación imperial en el ámbito económico y militar de los Estados Unidos a largo plazo, y Corea del Norte es un jugador clave para lograr ese objetivo. Los Estados Unidos saben que China quiere ser la primera economía del mundo y una potencia regional que amenaza los intereses estadounidenses en el sudeste asiático. Es por ello, que el presidente Trump ha iniciado una «guerra comercial» con el objetivo de cercar económicamente a China para que deje de ser la factoría del mundo, que ha sido el principal baluarte en su posicionamiento como la segunda economía del mundo y ese es el plan globalista de hacer de China la primera economía del mundo. En política exterior existe un axioma que dice que la supremacía militar está supeditada a la supremacía económica, y de perder la supremacía económica los Estados Unidos estarían perdiendo eventualmente la supremacía militar.

La segunda parte de ese plan de cercar económicamente a China por parte de los Estados Unidos consiste en apuntalar a sus pivotes estratégicos en la región como Corea del Sur, Japón, en menor medida Vietnam y ahora como parte del sistema capitalista Corea del Norte, para apuntalar el poder económico de estos en la región del sudeste asiático y también su poder político para amarrar y limitar la influencia de Beijing en la región. Dado ese escenario los Estados Unidos mantienen su hegemonía económica y su poder de influencia en el sudeste asiático, ese es el verdadero objetivo de este Acuerdo con Corea del Norte, además de alcanzar la paz en la península coreana. El pasado martes fuimos testigo del inicio de un nuevo orden mundial.

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