Durante el fragor de la campaña electoral del 2016, el entonces candidato presidencial Republicano Donald Trump anunció un conjunto de medidas que a su entender afectaban el desempeño comercial de los Estados Unidos con respecto a China y otros países. En el caso específico de China, Trump anunció que iba a declarar a China un manipulador de su moneda e impondría aranceles de hasta un 45%, para mitigar los efectos de malas prácticas comerciales y de paso proteger a la industria nacional. Una guerra comercial no tendría ganadores, pero generaría efectos devastadores en ambas economías, pero los efectos serían más fuertes en la economía china. A continuación explicaremos algunas razones de por qué hacemos esta aseveración.
China no puede competir con los Estados Unidos en la implementación de aranceles por una razón elemental, los chinos no importan muchos bienes desde los Estados Unidos. Con la implementación de 50 mil millones de dólares en aranceles por parte de la administración del presidente Donald Trump, los chinos han respondido de la misma manera a los estadounidenses. Los chinos han impuesto aranceles a bienes producidos en estados que fueron determinantes en la victoria sorpresiva del presidente Trump en el año 2016. China ha empezado a cancelar órdenes de soya desde Iowa y otros estados agrícolas del medio-oeste de los Estados Unidos que fueron determinantes en la victoria del Presidente Trump. Estas medidas adoptadas buscan disuadir la estrategia de la Casa Blanca pero al final de cuenta le puede costar mucho más caro a los chinos.
El déficit comercial de los Estados Unidos con China de acuerdo con datos ofrecidos por el Departamento del Censo de los Estados Unidos, ese déficit fue de 375.2 mil millones de dólares en el 2017. Y la mayor causante de ese déficit es la importación de bienes electrónicos y computadoras para un total de 167.3 mil millones de dólares. Obviamente esas medidas arancelarias afectarían a compañías estadounidenses que tienen operaciones en China como Apple, General Electric, General Motors, etc. Sin embargo, esto se traduciría en una fuga de esos capitales estadounidenses de China por temor a perder el mayor mercado del mundo, que es el mercado estadounidense. En el caso de Apple con la entrada en vigencia de la reforma tributaria podría repatriar los 400 mil millones de dólares que tienen en efectivo en el extranjero para invertirlo en los Estados Unidos en vez de invertirlo en China donde invierten miles de millones de dólares.
La realidad económica global es que la economía no es la misma de los años 30 donde el proteccionismo era el eje central de la agenda económica global, debido a la interconectividad de la economía mundial, muchas de estas compañías podrían optar por la triangulación comercial, debido a que podrían invertir en países que tienen Acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos, y donde este último posee superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Ya que producir un IPhone en los Estados Unidos aumentaría el costo marginal de este producto, lo que a la larga afectaría el precio final de este bien. Siendo el IPhone más caro, los consumidores no podrán adquirirlo por su elevado costo, esto se traducirá en pérdidas económicas para la empresa y a su vez en pérdidas de empleos para los ciudadanos estadounidenses. Muchos podrían argumentar que la calidad de producir en casa se impondrá sobre todas las cosas, pero la realidad es que debemos estudiar la elasticidad de la demanda de esos bienes que consumen los consumidores. En el caso del IPhone su demanda es elástica, ya que al subir su precio los consumidores no lo adquieren y buscan bienes sustitutos para reemplazar su pérdida del poder adquisitivo.
China no puede utilizar la herramienta de manipular el tipo de cambio para contrarrestar las medidas arancelarias de los Estados Unidos por dos razones fundamentales: a) El yuan es una moneda que forma parte de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, por tal razón, las monedas que forman parte de esta canasta no puede estar sobrevaluada ni subvaluada; b) La economía china en la actualidad es mucho más grande que en el pasado, y una devaluación del yuan causaría una fuga de capitales inmensa, y afectaría el incipiente nuevo modelo económico chino basado en el consumo por lo frágil del poder adquisitivo de los chinos, y esto también forzaría a Beijing a comprar más bonos del tesoro estadounidense. En pocas palabras, China está atada de manos para enfrentar esta guerra económica en el ámbito monetario.
Sí el plan estratégico del presidente Trump es frenar el avance económico de China para que el gigante asiático deje potencializar su crecimiento económico siendo la factoría del mundo. Su administración debe utilizar otras herramientas muchos más efectivas que la aplicación de aranceles para reducir el déficit comercial, esas herramientas podrían ser más eficientes en lograr ese propósito. Primero, los Estados Unidos no necesitan preocuparse por el déficit comercial, ya que este lo puede financiar sin problemas porque el dólar estadounidense es la moneda de reserva mundial y el 63% de los activos financieros en el mundo son tranzados en dólares estadounidenses. Por otra parte, los Estados Unidos es el único país que puede monetizar su deuda, es decir puede imprimir su propio dinero para pagar su propia deuda. Y los chinos poseen poco más de 1.18 trillones de dólares en bonos del tesoro de los Estados Unidos poco más de un 10% de su PIB. China sufriría bastante sí el dólar estadounidense deja de ser la moneda de reserva mundial. Estados Unidos controla el sistema capitalista, y ese tipo de medidas arancelarias llevan mucha incertidumbre a los mercados que son necesarias.
La forma más idónea de combatir la competencia desleal de China, es aplicando fuertes medidas sobre la protección de la propiedad intelectual, ya que la economía china es una economía que carece de innovación, y la mayoría de los bienes que exportan son productos que son creados en otros países, y en muchos casos de roban esas patentes. Los tres principales bienes que los chinos exportan a los Estados Unidos son los siguientes: a) computadoras y equipos electrónicos; b) equipos eléctricos y c) bienes misceláneos de manufacturas. Básicamente, los chinos no crean productos por sí mismos y esto es un punto a favor del endurecimiento de medidas a favor de proteger la propiedad intelectual, ya que esto contribuiría a reducir la presencia de estas compañías estadounidenses en territorio chino sin tener que aplicar medidas arancelarias que lleven caos a los mercados. Por otra parte, los Estados Unidos podrían endurecer medidas de corte laboral que podrían afectar los costos de producción de las empresas que operan en China, ya que presionaría al alza los salarios de los trabajadores y esa ventaja comparativa que ofrece China de bajo salarios dejaría de ser un atractivo para atraer inversión.
A pesar de la incertidumbre generada por una posible guerra comercial entre estos países, el objetivo central del presidente Trump es reconfigurar el orden mundial, donde los Estados Unidos sea la economía más fuerte del planeta, pero que crezca sobre cimientos sólidos basados en la economía real, donde sea el aparato industrial el motor del crecimiento, y no sobre la base de la especulación financiera de la elite globalista, sino de la mano de los trabajadores estadounidenses que se han sido parte del grupo de los olvidados en esta era de la globalización.
