OPINION: ¡Hola tristeza, ya no temo!. Por Venecia Joaquín

Venecia Joaquín

Estaba completamente sola; la ciudad dormía; de pronto una profunda melancolía se apoderó de mi ser y sentí unas ahogadas ganas de llorar. Llegó la tristeza. Sabía que tocaría mi puerta, conozco sus pasos, los síntomas de su llegada y estaba en el escenario donde suelo encontrarla.

La tristeza es temida, evadida, pocos la enfrentan. Conozco de su llegada porque cuando se acerca suelo decir “que sola me siento”, pero no es así, la tristeza toca mi puerta para llevarme compañía, para anunciar la llegada de un visitante, de quien me había alejado hace un tiempo: mi propio YO.

 ¿Por qué cuando quiere que te recibas viene acompañado de la tristeza? ¿para que ella se burle del sentido poco profundo que le estoy dando a mi vida y cuestione el uso que le doy a mi tiempo y energías? Pero no, la tristeza no se burla de nada.  Es tan especial, que ojalá todos la atendieran, como suelo hacerlo cuando ya no puedo ser indiferente a sus insistentes llamados.  Es especial porque no habla, se siente; diría que es amorosa, sintomática y bien intencionada. Te avisa cuando algo anda mal en tu interior y suavemente te prepara para que con optimismo lo enfrente; por eso la tristeza nos vuelve románticos, tiernos y soñadores; lo feo lo rodea de lánguida belleza para nuestra presentación.

La tristeza te calma para ayudarte; le gusta que le pongan atención; si no la atiende y prefiere ignorarla o engalanarte y salir con ella, sin hablarle, ella se enoja y se transforma en ansiedad; pero si la atiende, te pones a evaluar tu vida, el ambiente que te rodea; te vuelve al pasado y te proyecta al futuro. En apretada síntesis, va pasando por tu mente situaciones vividas, desagradables y hermosas, que tienen que ver con su llegada; te llevas a recordarlas o no se va.

Te pones a pensar en todo lo bello que la vida te ha dado: familia, hijos, estudios, trabajos, en la naturaleza, mar, sol, lluvia, en el amor…A la tristeza le encanta hacer pensar en el amor; en los seres que ama, en quien robo tu corazón, en las personas físicamente lejos pero espiritualmente presente. Y llegas a comprender que en el mar de cosas lindas que la vida te ha dado, está permitiendo que una situación domine tus sentimientos; le está dando énfasis a cosas materiales y negativas que no alimentan el alma, que   le restan alegría y espontaneidad a la vida. Entonces vislumbra que había descuidado tu espíritu, que te había olvidado de Dios.

Y así la tristeza te va ayudando a despejar el ambiente donde la recibiste y de momento comprende que hay una fuerte luz a tu alrededor, que está lleno de ánimo y alegría; se ha marchado la tristeza y te ha dejado en la grata compañía de tu propio ser.

¡Hola tristeza! Ya no te temo, tu siempre vienes a traerme la grata visita de mi verdadero YO.

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