OPINIÓN: La Guerra comercial ha causado fricciones en el Partido Comunista chino. Por Julio Díaz

La creciente guerra comercial entre los Estados Unidos y China ha provocado ciertas divergencias entre algunas facciones dentro del Partido Comunista chino, ya que algunos afirman que la postura intensamente nacionalista por parte de Beijing, han intensificado aún mas los ataques de Washington.

Estas contradicciones a lo interno del Partido Comunista chino llegan en un momento apremiante políticamente hablando para el presidente Xi Jinping, pero la postura de línea dura nacionalista asumida por su administración en este nuevo mandato ha provocado que aquellos dentro del Partido que buscan continuar con la expansión económica de China hasta convertirse en la primera economía del mundo, disientan del primer mandatario, ya que una expansión en el plano geopolítico de China sería visto como una provocación directa a los Estados Unidos.

La estrategia del Gobierno del presidente Xi Jinping es vender a una China fuerte y confiable, para que sea vista en la arena internacional como la nueva potencia mundial, haciendo una franca alusión a una frase una vez dicha por el líder de la transformación china Deng Xiaoping: «China debe esperar su momento y esconder su fuerza.» Esa confianza y fuerza han sido demostrada en los últimos años por la postura de expansión adoptada por la presente administración de abrir nuevos mercados en todo el mundo, incluso en zonas de influencia geopolítica de Washington; y mostrando fortaleza en asuntos territoriales como la disputa por el mar del Sur de China y con Taiwán.

Sin embargo, algunos intelectuales chinos afirman que esa estrategia de vender una China confiable y fuerte ha sido exagerada, y puesta en evidencia por las debilidades económicas mostradas por el país en los últimos meses. Los mercados bursátiles se han desplomado, principalmente el índice de Shanghái, el yuan ha sufrido una fuerte devaluación en los últimos meses fruto de los embates de esta guerra comercial. Es por ello, que en las últimas semanas el Gobierno chino ha adoptado medidas anticíclicas tratando de contrarrestar los efectos de esta guerra comercial a través de mayor financiamiento interno e incluso han ponderado la posible aplicación de una reforma tributaria para la reducción de impuestos, todo esto con el objetivo de mitigar los efectos de la desaceleración económica y la incertidumbre generada por esta escalada en la guerra comercial; algo que podría perjudicar a la economía china a largo plazo y agudizar los problemas estructurales que gravitan sobre la misma por el cambio de modelo económico, pasando de una economía dependiente del sector exportador a una economía de consumo.

La exuberancia generada por la propaganda china sobre los efectos de la guerra comercial y el futuro del país están llevando a Beijing a una encrucijada de tratar de competir con Washington en su propio terreno algo que no resulta fácil para China por la condición misma de su economía. Primero, dicen que una entrada de productos chinos más caros afectaría de forma dramática a los consumidores estadounidenses, y por ende provocaría una desaceleración de la economía estadounidense. La realidad es que los efectos de la guerra comercial se han sentido muy poco en la economía y esto se debe a la solidez de la misma en áreas neurálgicas como la manufactura que desde que el presidente Trump asumió el solio presidencial el 20 de enero de 2017, se han creado poco más de 350 mil empleos en ese sector, el salario real ha aumentado en un 2.7% en el último año, la tasa de desempleo se encuentra en su mínimo histórico en 18 años en 3.9%, los mercados bursátiles no han sentido los efectos de esta guerra comercial y han seguido su curso rotativo de forma exitosa reponiéndose a esos vaivenes y se encamina al mayor mercado en alza de que se tiene registro en la historia.

El segundo error estratégico de Beijing es querer vender una marca país en base a la producción de bienes duraderos de alto valor agregado, en especial en el ámbito tecnológico con la campaña publicitaria «Made in China 2025,» todavía el país no cuenta con una base de consumidores para la adquisición de esos productos, ya que el salario promedio es de 250 dólares mensuales, tampoco el país cuenta con la tecnología de punta ni el capital humano para lograr ese cometido, ya que la propiedad intelectual de dichas tecnologías son extranjeras en especial estadounidenses. Una fuerte presión de Washington en ese orden podría desboronar ese propósito.

Los líderes chinos deben tener presente lo siguiente: Mientras el dólar estadounidense siga siendo la moneda de reserva mundial y que el 63% de los activos financieros tranzados en los mercados estén denominados en dólares estadounidenses, los Estados Unidos tendrán el control del sistema capitalista y la mejor estrategia para Beijing sería la negociación y la conciliación, y no la confrontación porque un agudizamiento de la guerra comercial expondrían de forma exponencial al desnudo las falencias de la economía china.

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