OPINIÓN: La juventud dominicana, en una sociedad abusada. Por Juan Polanco

Me parece que la sociedad dominicana está violada por la corrupción, la impunidad, la violencia incontrolable, la salud deficiente y la educación mecánica, entre otras cosas. El conservadurismo dominicano no considera; los neoliberalistas radicados exaltan el libertinaje; los socialistas y comunistas del país buscan desplazar los patrones ya establecidos. O sea, solo Dios nos salva.

En todo el año 2017, el Gobierno dominicano trató de disminuir los altos índices de corrupción y violencia -de todo tipo-, pese a que los resultados fueron pocos. La corrupción en las instituciones públicas del Estado aún no ha podido ser controlada. Debido a eso, la República Dominicana no deja de ser uno de los países más corruptos del mundo.

Pareciera incierto que el país de Duarte, que se ha librado de invasiones, de dictadores, de caudillos militares, de atropellos de la policía, de golpes de estados, sigue en el flagelo de la incompetencia y la escasa transparencia, así mismo la falta de honestidad y responsabilidad den nuestros políticos dominicanos.

Hoy en día, el pensamiento mecánico en los jóvenes dominicanos, cultivado en las escuelas e instituciones superiores del país, sigue de manera intacta. Los intentos “positivos” de los gobiernos dominicanos, según su contexto, no han sido suficientes para promover la calidad educativa, la capacidad analítica y el razonamiento crítico de los estudiantes. Además, en las escuelas dominicanas se inmola la creatividad. A diario se sacrifican a los estudiantes para responder a un modelo económico y político aplicado sin considerarlos. Considero, desde mi punto de vista, que es un pecado de la humanidad llamar a los jóvenes dominicanos siendo esta población atropellada en el presente.

El poco conocimiento de la cultura general en la población susodicha, la falta de interés por el servicio y la inclinación hacia la cuestión monetaria, son elementos que no abren caminos idóneos. El culto a la tecnología es más pedante que los inoportunos intelectuales al servicio de la desigualdad social, política y económica. Eso produce miedo, insensatez, silencio deliberado e incapacidad de reaccionar.

Las instituciones públicas del Estado dominicano se mantienen maltratadas por el nepotismo, el despotismo, por la corrupción e impunidad. Los programas públicos del gobierno tienen un objetivo de incremento popular, no de ofrecer una asistencia responsable. Las instituciones formales para fiscalizar la gestión de los recursos públicos, como la Cámara de Cuentas y la Contraloría General de la República, responden a los intereses de quien nombra.

En las calles dominicanas, radicadas en la penumbra de la maldición, se percibe al alto rechazo a los partidos políticos actuales e identifican las irresponsabilidades del partido de gobierno en la actualidad. Se siente que la corrupción, uno de los mayores males de la sociedad, no es combatida. Es imposible hacerlo cuando la sociedad es perversa y, peor aún, abusada.

Desde mi punto de vista, una de las soluciones de la nación dominicana cae en las manos de la juventud; pero, aquí se desarrolla un dilema. Necesitamos jóvenes capaces de amar a su país sin paradigmas, que no sean mercadeados ni negociados, como un grupo de legisladores y líderes políticos “luchando” por la inclusión del 25% de jóvenes en la Ley de Partidos. Lo hacen cómo si se necesita llegar a acuerdos para que los jóvenes dominicanos sean valorados y considerados.

Me parece justo la inclusión, pero parece oportunista que se llegue a promoverse desde un Congreso Nacional en mano de un partido, que roba y atropella. Los jóvenes son nuestro futuro, pero hacemos poco para ello. Tan sólo la minoría busca representar cuando en realidad no lo hace. Eso se refleja cuando un pequeño cúmulo de personas ni siquiera posee cultura ni tiene la capacidad crítica ni analítica de nuestros problemas. Como se redactó en el 4to párrafo de este escrito, también responden al sistema mecánico.

La respuesta a nuestra degradación como sociedad se plantea a través de la preparación académica. No iríamos a una buena práctica sin teoría fundamentada. Hay mucho potencial y escaso apoyo. Todos los dominicanos debemos unirnos y luchar contra un sistema que no opera a largo plazo. La visión es resultado del estudio y el conocimiento. Por eso, yo como joven, y desilusionado también, deseo proyectarme y servir con amor, transparencia y responsabilidad. Los jóvenes dominicanos necesitamos, debemos y podemos empoderarnos.

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