OPINION: Los cementerios dominicanos no son de los haitianos. Por Robert Cabral

Los haitianos tienen que ser enterrados en su país, no en cementerios dominicanos.

El Procurador General de la República, y el Ayuntamiento de Santo Domingo Norte, han decidido «construir 96 nichos para enterrar cadáveres de indigentes, y desamparados, que al fallecer no fueren reclamados por sus familiares, o sus deudos».

Alegan que se procura evitar las «fosas comunes».

Desde hace cierto tiempo, en nuestro país se ha venido instalando y tomando auge, como una moda macabra, la práctica de profanar tumbas y cadáveres, en muestros cementerios.

Esta práctica tan perversa como repugnante, nunca ha sido típica de los dominicanos, ni de nuestras modalidades delictivas.

Hablemos claro! Esta práctica propia de conductas retrógradas y primitivas, se ha generado en nuestro país, con la invasion haitiana de nuestro territorio, hasta convertirse en un grotesco relajo de burla y de profanación de nuestros Cementerios y el atentado a las cenizas sagradas y la memoria de nuestros seres queridos.

Los haitianos usan nuestros Cementerios para prácticas de hechicería, del vodu, y las creencias animistas, a las que rinden culto.

Esto ha llegado a un punto tal de irrespeto, que los haitianos, han instalado viviendas y casuchas, en nuestros Cementerios, ante la mirada indiferente de nuestras autoridades locales, alcaldes, regidores, policía municipal y policía nacional.

El Gobierno central, por su parte, solo calla, y no toma medidas drásticas.

Por lo tanto, somo los ciudadanos y deudos, los que debemos salir a proteger nuestras sagradas cenizas y nuestros Cementerios, y obligar a las autoridades a cumplir la ley.

Aquí en nuestro país, ante el desorden público y la irresponsabilidad generalizada, donde los funcionarios lo que hacen es, evadir el cumplimiento de la. Ley.

Por tanto no tenemos opciones, más que reclamar de manera drástica el cumplimiento de la ley, y en todo caso, salir, y constituirnos para proteger nuestras más íntimas y sentidas memorias de nuestros antepasados, familiares, y amigos, vale decir, de nuestro pueblo.

En nuestro país, se viene instaurando una cultura snob, ineficiente, y de mera propaganda, mediante la cual se instalan unos «protocolos» de presunta modernidad, que no son otra cosa que adefesios normativos, que en el mayor de los casos, sólo sirven para distorsionar la ley, y empeorar las cuestiones públicas que se quieren corregir.

En este caso, no es ocioso establecer que se pretende» «liberar» a países como Haití, de asumir responsabilidad por sus nacionales muertos en nuestro pais, toda vez que la mayoría de haitianos que vienen al país, están afectados de enfermedades catastróficas, sin ninguna legalidad documental ni migratoria, y luego de agotar largos periodos de costosos tratamientos en nuestros hospitales, fallecen y tienen que ser enterrados por el Estado Dominicano, por el propio gobierno haitiano, se niega a repatriarlos, como tiene que ser, a su país, bajo sus costos.

En nuestro país existe la ley 214-43, del 1943, sobre organización de cementerios, a cargo de los gobiernos municipales regidos por la ley 13-07.

Asomismo, existe el Reglamento No. 3529 del 1958, sobre la Policía Mortuoria, y la autoridad y el orden en nuestros campos santos y sobre el manejo de los cadáveres y entierros.

Dicho Reglamento, fue modificado por el Decreto No. 115, del 1967, emitido por el entonces Presidente Balaguer.

Pero además el Código Penal dominicano, tipifica como «delito de profanacion» de cadáveres, tumbas y cementerios, en su artículo 360.

Pero más aún, la ley 4984, nada menos que del 1911, estatuye en la ley de Policía lo relativo al orden y la ley de cementerios, cadaveres y tumbas.

Es decir, nada nuevo se está proponiendo. Todo es un montaje de falacias y demagogias, carentes de todo valor y eficacia práctica, como no sea relajar tan sagradas tradiciones, y propiciando que todos los haitianos indígentes, delincuentes, o enfermos, que mueran aquí, también se conviertan en una carga para el pueblo dominicano, que ya no resiste ni aguanta más humillaciones, vejaciones, y denegación de derechos, a causa de esta nefasta ocupación extranjera de nuestros jurados enemigos históricos.

Llamamos pues al país, al país sensato, prudente y sano, que ama y defiende su patria, a repudiar pues estas tratativas del desastre y del disparate.

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