OPINION: Oprah Winfrey una opción para el 2016 no para el 2020. Por Julio Díaz Sosa

El pasado domingo 7 de enero de 2018, en la entrega de los Golden Globes Awards, en su discurso de aceptación de un premio dejó entrever que buscaría la presidencia de los Estados Unidos para los comicios del 2020. Oprah Winfrey simboliza de manera casi perfecta lo que encarna el sueño americano o American Dream, ideales que por siglos han guiado el accionar sociocultural de la sociedad estadounidense, y ya forma parte de la idiosincrasia del pueblo estadounidense.

Oprah tuvo una infancia muy accidentada, nació en la pobreza en una zona rural del estado de Mississippi de una madre soltera adolescente, luego se fue a vivir a los suburbios de la ciudad de Milwaukee, fue abusada sexualmente en su adolescencia, y quedó en estado a la edad de 14 años. A pesar de todas esas vicisitudes, Oprah logró superar el oprobio de la miseria hasta llegar a convertirse en un ícono de la cultura popular estadounidense, con una fortuna valorada en los 3 mil millones de dólares, es por ello, que afirmamos que ella encarna de manera excepcional el venerado sueño estadounidense.

Debido a la desgarradora derrota electoral sufrida por los demócratas en el 2016, el Partido Demócrata ha quedado acéfalo de una figura que encarne los valores genuinos del progresismo de izquierda y del liberalismo cosmopolita estadounidense. Por tal razón, algunos estrategas demócratas están mirando en Oprah Winfrey, la figura ideal para lograr ese cometido de volver a la Casa Blanca en el 2020. Sin embargo, dicha estrategia podría resultar en un boomerang para los demócratas de cara a ese proceso electoral.

Oprah era la figura más factible para ostentar la candidatura presidencial demócrata en el 2016, y no Hillary Clinton, con esto no afirmamos de manera de categórica de que Oprah iba a resultar electa en el 2016.  Pero como expusimos anteriormente, Oprah es una excelsa representante del sueño americano, y lo ha logrado sin las ventajas que ofrece el sistema político a través del lobismo. Es una figura carismática y elocuente que no está contaminada con la política ni con la política burócrata anquilosada de Washington. En otras palabras, Oprah es una figura que no pertenece al establishment político, y por ende hace de ella un outsider, y eso era lo que buscaba el electorado estadounidense en las elecciones de 2016, después de años de inoperancia política de los burócratas en Washington.

Por ser Oprah una figura carismática y que maneja los medios de comunicación a la perfección, hubiese sido más exitosa para enfrentar los enigmas esporádicos lanzados por Donald Trump durante la campaña electoral. La debilidad de Oprah en el 2016 y en el 2020, son sus propios atributos, me explico. Oprah no entraba en el sketch político de las elecciones del 2016 por dos razones fundamentales: a) su condición de mujer, la sociedad estadounidense es muy machista, y no es verdad que el establishmentpolítico dominados por hombres blancos iban a permitir otro aborto de la naturaleza, tras la elección del primer presidente afroamericano Barack Obama en 2008; b) el racismo oculto de la sociedad estadounidense, después de haber elegido al primer presidente afroamericano en su historia, no es verdad que iba a salir electa una mujer y afroamericana. Es por ello, que desde nuestro punto de vista veíamos prácticamente imposible una victoria de Oprah en los comicios del 2016.

En el 2020 una victoria electoral de Oprah resultaría mucho más improbable debido al esquema de la búsqueda de la antítesis política del incumbente de la Casa Blanca que se ha aplicado en las últimas cuatro décadas en la política estadounidense. Sí Donald Trump fracasa en su gestión gubernamental, el electorado estadounidense y el establishment político buscarán una figura política que represente todo lo contrario al presidente Donald Trump. Esa figura política sería un político experimentado, que haya lidiado con las lides del poder en Washington y que encarne una agenda política diferente a la del Presidente. Oprah y Trump, no son políticos tradicionales y provienen de los medios de comunicación, por lo tanto, Oprah no encaja en el guion electoral del 2020, en caso de fracasar el Presidente Trump.

En los últimos 40 años, el sistema político estadounidense ha procurado buscar la antítesis del Presidente que busca el cargo. En 1976, los estadounidenses eligieron a James Earl Carter como su Presidente, un productor de cacahuates del estado de Georgia, del cual era Gobernador, pero que estaba ajeno al contaminado ambiente político de Washington fruto del Watergate de Nixon, y el posterior indulto dado por el Presidente Gerard Ford. En 1980, el pueblo estadounidense eligió a Ronald Reagan y su Revolución conservadora, que venía a poner orden en Washington y a recuperar la hegemonía geopolítica y económica de los Estados Unidos que se percibía en decadencia por la política de negociación y conciliación de Jimmy Carter. En 1992, los Estados Unidos elige al irresistible Bill Clinton, carismático, elocuente, muy diferente al político cerrado y ortodoxo que encarnaba George H.W. Bush. Clinton acuñó el eslogan de People First o Primero la Gente, que devino en un esquema de políticas públicas que buscaban cerrar la brecha entre ricos y pobres que se acentuó en los años de las gestiones de Reagan y Bush, respectivamente. En el 2000, se eligió a George W. Bush que representaba los valores del hombre tradicional estadounidense, que entre ellos está el de ser un hombre fiel, muy contrario a su predecesor Bill Clinton. En el 2008, se elige al primer Presidente afroamericano de la historia en la persona de Barack Hussein Obama, porque el sistema capitalista global estaba al borde del colapso total, y el representaba la antítesis de los políticos tradicionales ligados al capital financiero. Aunque Obama fue un buque insignia del globalismo, no llevó la prosperidad deseada al 99% de la población, y es por ello, que esa ansiedad económica catapultó a Donald Trump al estrellato político en el 2016.

Como podemos apreciar a través de la historia reciente, Oprah Winfrey no encajaría en el esquema político de las élites, que cuando el sistema político estadounidense enfrenta crisis que ponen en riesgo su funcionamiento, buscan antítesis que sepan mover los hilos del poder en el momento adecuado. Mi consejo para Oprah es que no incursione en la vida política, para que no sufra los desagravios que esta trae consigo, y que no pierda la imagen venerada que posee en la sociedad estadounidense de ser un baluarte de la cultura popular y una digna representante del tan anhelado sueño americano.

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