OPINIÓN: Portugal y Bolivia, ejemplos para la izquierda latinoamericana y global. Por Julio Díaz Sosa

En los últimos años la izquierda latinoamericana ha venido sufriendo reveses políticos, en especial la izquierda aglutinada en el bloque denominado “Socialismo del Siglo XXI.” Una de las razones principales a nuestro entender, del retroceso político de la izquierda latinoamericana y mundial ha sido tratar de gobernar con reformismos, utilizando las mismas estructuras políticas y económicas anquilosadas de la derecha, lo que ha significado gobernar con la corrupción endémica imperantes en esas estructuras, un ejemplo significativo de este caso ha sido Brasil. Y, por otra parte, para tratar de desmentir y desmontar la falacia del neoliberalismo se descuidaron de la estabilidad macroeconómica, y asumieron el populismo macroeconómico que llevó al desmonte de los sectores productivos, esenciales para lograr una redistribución justa de las riquezas, como ocurrió en Venezuela. Todo esto sin agregar las confabulaciones mundiales y de los poderes fácticos locales para destruir el avance de los procesos revolucionarios.

Después de la caída de la Unión Soviética, los Estados Unidos quedó solo en el escenario geopolítico mundial, y fruto de la embriaguez de poder se concentró en temas que fortalecían el unilateralismo y el imperialismo estadounidense en detrimento del neoliberalismo. Con el descuido de su patio trasero por parte de los Estados Unidos, se coló el primer Gobierno de la nueva izquierda en la región con el triunfo electoral del coronel Hugo Chávez Frías el 6 de diciembre de 1998. A raíz de los atentados del 11 de septiembre, la atención de los Estados Unidos se concentró en Irak y Afganistán, ese escenario permitió el avance del socialismo XXI en el mapa geopolítico latinoamericano. Sin embargo, a partir del 2009, los Estados Unidos inició su ofensiva imperial en la región siendo el génesis el golpe de Estado en Honduras el 28 de junio de 2009. Por el simple hecho de que América Latina tenía un socio nuevo en China, y los Estados Unidos no podía darse el lujo de perder su zona imperial por excelencia, el resto de la historia de los gobiernos de la izquierda la conocemos a partir de ese hecho.

La izquierda democrática es la mejor alternativa para defender los valores de la democracia liberal con crecimiento económico inclusivo, que es la mejor receta para detener el avance de la derecha neoliberal. Portugal y Bolivia son dos países gobernados por la izquierda progresista que cumplen con estos postulados anteriormente señalados. “Portugal demostró que el neoliberalismo era mentira.” Eso afirmó el sociólogo portugués Boaventura de Sousa. Portugal bajo la dirección del primer ministro Antonio Costa ha experimentado crecimiento económico, mayor flujo de inversión extranjera y una reducción del desempleo, todo esto sin aplicar las recetas neoliberales de austeridad de Bruselas y Berlín. Y esto no ha significado que el país se ha abocado hacia lo que describo como populismo macroeconómico donde la cesación de pago es la ley y los indicadores macroeconómicos son descuidados en nombre de la justicia social. En cambio, para el próximo año 2019 el país ibérico terminará de saldar su deuda de 26,300 millones de dólares contraída con el FMI en el 2011. Este hecho histórico se produce con varios años de antelación, fruto del fuerte crecimiento económico que supera el 2%, muy por encima del promedio de la Unión Europea y con una tasa de desempleo en el 6.6%, la mas baja desde el 2002. Y todo esto se ha logrado haciendo que los que más tienen paguen su cuota justa, quitando así, la carga a los más desposeídos. En el último presupuesto que presentó Lisboa se redujo el IVA (Impuesto al Valor Agregado) a bienes y servicios que usan la clase media y los más pobres tales como: espectáculos de toros, se redujo el aumento de impuestos a los autos utilizados por los trabajadores autónomos y la eliminación de una tasa para la Protección Civil, según indica el diario El País. Y el déficit presupuestario tan sólo será de un 0.2% del PIB en el 2019. Esto es una muestra fehaciente de que la izquierda puede gobernar con estabilidad macroeconómica e inclusión social.

Bolivia es otro ejemplo donde la izquierda ha gobernado con estabilidad macroeconómica e inclusión social y las cifras así lo avalan, de acuerdos con datos del Banco Mundial. El PIB nominal pasó de 11,452 millones de dólares en el 2006 a 37, 509 millones de dólares en el 2017. El ingreso anual per cápita pasó de 1,120 dólares en el 2006 a 3,130 dólares en el 2017. La pobreza se redujo de un 60% en el 2006 a un 34% en el 2017. La esperanza de vida aumentó de 64 años en el 2006 a 71 años en el 2017. El salario mínimo aumentó de 59 dólares en el 2006 a 298 dólares en el 2017. Estas cifras contundentes reflejan que Bolivia ha logrado consolidarse como un modelo político, económico y social de ejemplo para la izquierda latinoamericana y mundial. Bolivia ha sido el país con mayor crecimiento en Suramérica desde el año 2015 con un promedio anual de 4%, y con una inflación de apenas 2% en lo que va de 2018.

Bolivia ha logrado estabilidad macroeconómica y social, con una política económica muy disímil al neoliberalismo impuesto a la región por el consenso de Washington a finales de la década de lo 80. El milagro económico boliviano ha sido posible gracias a la nacionalización de sectores estratégicos que son la columna vertebral de la economía boliviana como son los hidrocarburos, las comunicaciones y la minería. Esto ha permitido una mejor redistribución de los ingresos del Estado en áreas productivas como infraestructura; fortalecimiento del mercado interno; y una desdolarización de la economía que ha permitido una revalorización del peso boliviano y de los sectores productivos nacionales. El capital financiero nacional ha sido puesto al servicio de los sectores productivos, el 60% de los ahorros de los bancos van dirigido a los sectores productivos, lo que ha permitido generar empleos de calidad, y ha permitido que la economía se diversifique y no dependa exclusivamente de los hidrocarburos.

El éxito político del proceso portugués y boliviano ha sido fruto de su alianza con partidos políticos de izquierda y no han tratado de formar una amalgama de partidos de otros espectros ideológicos. Esto le ha permitido a sus Gobiernos gobernar con objetivos comunes que le han permitido lograr grandes transformaciones en sus respectivos países. La izquierda latinoamericana y mundial deben mirar de cerca de estos procesos para corregir los errores que cometieron en el pasado. La izquierda debe retomar la bandera de defensa al Estado de bienestar y no dejarse arrastrar por los canticos de sirena de la derecha de gobernar con inclusión con ellos; Revolución es el camino de éxito del proceso revolucionario transformador no el reformismo.

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