El presidente Luis Abinader evidentemente ha consolidado su liderazgo a lo interno y externo del oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM), en medio de estas turbulencias sanitarias y económicas que han sacudido los cimientos de muchas democracias en el mundo, pero que en la República Dominicana no ha tenido igual impacto, muy posiblemente por el carácter decidido y el compromiso demostrado en el ejercicio del poder, haciendo las rectificaciones de lugar cuando ha tenido que hacerla, y permitiendo que el Ministerio Publico actúe sin contemplaciones y sin miramientos de simpatías políticas, tal como lo prometió en la campaña electoral.
Abinader tiene casi nueve meses en la Presidencia y hasta el momento ha pasado la prueba. Esta es una tregua que no tiene que ver con los cien días que tradicionalmente otorgan los opositores, sino que se trata de un compás de espera de la población, que puede ser más corto, o más largo, como ha ocurrido ahora.
Aunque su equipo no suele mostrar números de encuestas, como sí hacía el de su antecesor, el peledeísta Danilo Medina, se percibe en el ambiente que la gestión de Abinader goza de alta valoración en la sociedad. La gente valora el manejo que ha tenido de la pandemia, y también el inicio de muchísimas obras públicas que van en la dirección de mejorar las condiciones de vida de la gente.
En carpeta, Abinader tiene pendiente un tema que constituye un desafío para su imagen y la de su gobierno, que es la reforma fiscal. Esa podría ser su gran prueba.
Mientras eso ocurre, Abinader mantiene su fortaleza y hasta los errores los aprovecha. Por ejemplo, ante los evidentes fallos comunicacionales en su gobierno, el Presidente ha asumido la vocería oficial en los distintos temas, lo que ha contribuido a fortalecer su imagen.
