Eddy Olivares plantea que en RD existen justificadas razones para la desobediencia civil

En un articulo de opinión publicado en varios medios, Eddy Olivares, vocero del ex Presidente Hipólito Mejía, esbozó las razones justificativas para que la sociedad dominicana desobedezca los mandatos de cumplimiento tributario de un gobierno que en los últimos meses ha incrementado su vorágine recaudadora, todo ello ha pesar de que los servicios públicos que requiere el pueblo no cumplen con los estándares de calidad, eficiencia y bajo costo.

Copiamos aquí el artículo íntegro del Lic. Eddy Olivares.

Motivos de desobediencia civil

Es muy probable que de haber vivido en la República Dominicana de hoy, Henry David Thoreau habría rechazado pagar los impuestos al fisco, argumentando: “Me niego a pagarle impuestos al gobierno, porque en lugar del bienestar del pueblo tendrán como destino las arcas de los corruptos”.

Nadie podría negar que el referido ciudadano tendría toda la razón, por tratarse de un Estado cuyo gobierno incumple, sin ninguna consecuencia, su obligación de prestarle satisfactoriamente los servicios básicos a la ciudadanía.

Como lo demuestran los hechos, el nuestro es un gobierno voraz que pretendiendo igualarse en la eficiencia del cobro de los impuestos a las administraciones de los países desarrollados, nos estafa con:

a) Un servicio de electricidad racionado que nos cobran como si fuera a tiempo completo;

b) la falta de seguridad en las calles y plazas que han sido tomadas por la delincuencia;

c) una educación deficiente y altamente costosa para los ciudadanos;

d) un sistema de salud extremadamente ineficiente y excluyente, así como una seguridad social que, en lugar de beneficiar, perjudica a los ciudadanos;

e) el desempleo que empuja a los jóvenes a la desesperación, la frustración y, consecuentemente, a la delincuencia;

f) la pobreza que contradice el manipulado crecimiento sostenido de la economía, etc.

Entonces, ¿qué hace el gobierno con los impuestos? Por lo tanto, Henry David Thoreau, el creador de la expresión desobediencia civil, podríamos ser todos.

En su clásico ensayo Civil disobedience, de 1849, el referido escritor norteamericano justificó su rechazo a pagarle impuestos al gobierno, en razón de que este los utilizaba para financiar una guerra injusta contra México. Por tal motivo, sostuvo: “La única obligación que tengo el derecho de asumir es la de hacer a cada momento lo que considero justo”.

En ese mismo sentido, ante la posibilidad de ser apresado dijo: “Bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el verdadero lugar para un hombre justo es la prisión”.

A propósito de la desobediencia civil, el filosofo italiano Norberto Bobbio sostiene, en su Diccionario de política, lo siguiente: “La d. civil es una forma particular de desobediencia, en cuanto que se hace acto con el fin inmediato de demostrar públicamente la injusticia de la ley y con el fin mediato de inducir al legislador a cambiarla… Se llama civil justamente porque quien la cumple considera no cometer un acto de transgresión de su propio deber de ciudadano sino que en todo caso considera comportarse como buen ciudadano en esa circunstancia particular más bien desobedeciendo que obedeciendo”.

Las jornadas de desobediencia civil más trascendentes del siglo XX fueron las encabezadas por Mahatma Gandhi y Martin Luther King, ambos fervientes seguidores de Thoreau, el primero por la liberación de la India del dominio británico y el segundo contra las injustas leyes raciales de los Estados Unidos.

Mientras era juzgado por un acto de desobediencia civil, Gandhi pronunció estas palabras que quedaron petrificadas en la historia: “Oso hacer esta declaración no ciertamente para evitar la pena que debería serme infligida sino para demostrar que he desobedecido a la orden que se me había dado no por falta de respeto a la legítima autoridad sino para obedecer a la ley más alta de nuestro ser, la voz de la conciencia”.

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