Mientras el entonces precandidato presidencial Danilo Medina en el 2011 vociferaba a los cuatro vientos que el presidente Fernández era el líder y guía del PLD, como forma de granjearse su apoyo político, hoy Leonel Fernández ni siquiera lo ha visitado por el Palacio Nacional.
Y no solo eso, en las redes sociales el Leonelismo recalcitrante vapulea contantemente con epítetos polvorosos a un Danilo Medina que se ha catapultado como el verdadero líder y guía del PLD, y quien está llamado a elevar la mano de quien será el próximo candidato presidencial del PLD.
Ante este panorama de confrontación directa entre el Leonelismo y el Danilismo lo más probable es que se erija una tercera vía que pueda garantizar la necesaria unidad partidaria de cara al complejo proceso electoral que nos depara para el 2020.
Solo en un escenario de sumisión política del ex presidente Fernández al Danilismo, éste podría crear condiciones más favorables para el acercamiento de cara a un gran acuerdo político que garantice cuotas de poder para ambos bandos.
De no ser así, de continuar los ataques verbales entre las tropas de ambos líderes, el regreso al poder del ex presidente Fernández luce muy remoto, por no decir que imposible, ya que Danilo Medina indefectiblemente se inclinará por apoyar a uno de los pupilos que ya puso a correr en la competición interna del partido y quien de seguro será el candidato presidencial de PLD por todo lo que implica poner el Estado sobre los hombros de un candidato, y esto el propio Medina lo vivió en el proceso interno del 2007 donde según sus propias palabras “el Estado lo venció”, y también en las elecciones nacionales del 2012 donde en apenas cuatro meses su candidatura pudo erigirse desde un 40% al 51% derrotando al opositor PRD.
Y en caso de que el infortunio acompañe al presidente Medina y la torta se le vire y se desplomen las cifras macroeconómicas de la nación, es que pudiese el presidente Fernández ser el candidato presidencial del PLD y muy posiblemente presidente de la República, lo cual seguramente representará la mayor catástrofe política para Danilo Medina.
Entre ambos líderes no existe la confianza necesaria para el pacto político que consolide aún más a un todopoderoso PLD que viene desde el 2004 arrasando en todos los torneos electorales.
En este escenario de indudable éxito político, pero agrietamiento de las pugnas internas, es que el presidente Medina se encuentra en la disyuntiva de si forzar su tercera repostulación, posiblitar la transición blanda a través del apoyo de su gobierno al presidente Fernández o profundizar las heridas internas apoyando una tercera vía que contenga el regreso al poder de quien pudiera convertirse en el principal villano de su vida política.
