La suspensión por parte del gobierno dominicano de los visados a estudiantes haitianos para ingresar a este lado de la isla, probablemente surge de unas preocupantes revelaciones que aparecen en un documento público de los sacerdotes jesuitas haitianos, en la que exponen de forma cruda la realidad social, económica, política y de inseguridad que se vive en Haití. En dicho documento, que lleva como epígrafe “Grito de alarma”, los curas alertan sobra una masiva inmigración de estudiantes haitianos, y se presume que, entre otros destinos, el predilecto, por la facilidad que representa, es la República Dominicana.
En dicho documento, que lleva como epígrafe “Grito de alarma”, los curas alertan sobra una masiva inmigración de estudiantes haitianos, y se presume que, entre otros destinos, el predilecto, por la facilidad que representa, es la República Dominicana.
“Algunas escuelas y universidades, especialmente en la capital, se están vaciando literalmente”, alertan los religiosos en el párrafo donde también apuntan que “los jóvenes y los profesionales que pueden permitírselo abandonan el país por centenares.
Asimismo, señalan que muchos jóvenes han regresado a las ciudades de provincia, y que, debido a la inseguridad y a la crisis del combustible, los que están en Puerto Príncipe prefieren quedarse en casa, “esperando con cansancio que amanezca un nuevo día”.
Con el anuncio oficial de la suspensión con carácter indefinido del documento de viaje a los estudiantes haitianos, se especuló intensamente que dicha medida habría sido una respuesta del gobierno dominicano a la reacción que tuvo el canciller haitiano, Claude Joseph, ante pronunciamientos del presidente Luis Abinader sobre los graves problemas que confronta la seguridad en Haití.
La contestación de Joseph, muy cuestionada y criticada por diversos sectores dominicanos, fue vista como una confrontación entre ambos estados, lo que dio motivo a pensar que la decisión sobre el referido visado guardaba relación con el tema. Sin embargo, tal parece que se trata de una medida precautoria de las autoridades dominicanas, para de algún modo intentar frenar la masiva inmigración de estudiantes haitianos de la que hablan los sacerdotes jesuitas y cuyo destino principal se presume debería ser el territorio dominicano.
