OPINION: El problema con Haití no es por el color de la piel, es por sus orígenes, educación y formación social totalmente deficiente. Por Víctor Gómez Berges

Eugenio María de Hostos, un ilustre intelectual, escritor, educador y filósofo puertorriqueño llamado “Gran Ciudadano de las Américas”, escribió en el siglo XlX, entre otros juicios inmortales, “República Dominicana y Haití: Su futuro”.

Recordemos además hoy, estos tres mensajes inolvidables y de verdades aplastantes en homenaje al Padre de la Patria.

“La lucha que sostuvo el pueblo dominicano contra Haití no fue una guerra vulgar. El pueblo dominicano defendía más que su independencia, su idioma, la honra de su familia, la libertad de su comercio, mejor suerte para su trabajo, la escuela para sus hijos, el respeto a la religión de sus antepasados, la seguridad individualÖEra la lucha solemne de costumbres y de principios que eran diametralmente opuestos: de la barbarie contra la civilización”.
Juan Bosch

Bosch en 1983 escribió:
“Haití es un pueblo que siempre nos ha invadido, lo hicieron en el año 1801, 1805, 1822, 1844, 1849, 1855 y ahora que no pueden hacerlo con las armas, lo harán empujando a sus nacionales a emigrar hacia nuestro país. Esto pudiese afectar seriamente la democracia dominicana, ya que los haitianos aún se encuentran en la etapa más primitiva del hombre, por eso vemos el salvajismo de sus actos y la destrucción de su propio país.

En la década de los 70, Joaquín Balaguer, en respuesta a sugerencias que le hiciera la Organización de Estados Americanos, (OEA), respondió:

“Sería para mí un despropósito aceptar el asentamiento de haitianos en tierras dominicanas!

¡Un desconocimientoÖ una negación y una ofensa a la memoria de tantos y tantas dominicanas que todo lo sacrificaron por la patria, por esta patria de Duarte, de Sánchez y Mella”.

Porque la patria se respeta, se defiende ¡y punto!

Estos enfoques de tres figuras descollantes, representan aún hoy, un  sentimento firmemente arraigado en la conciencia de la inmensa mayoría del pueblo dominicano.

Y no es un sentimiento que traduce reproche, solo revela amor a lo nuestro, que fuerzas extrañas a nuestro ser, quieren hacer ver que son naturales.

Olvidan los que, movidos por intereses no santos,  presentan como discriminatorios a los dominicanos,  quienes por las costumbres, hábitos, idiomas y sentimientos, somos diametralmente opuestos,  por tener orígenes profundamente diversos.

Esta situación socio-cultural, no se da entre ninguno de los demás países latinoamericanos.

El caso de República Dominicana y Haití es único en el Continente.

En este día dedicado al fundador de nuestra nacionalidad y a quien inculcó en nuestro pueblo el amor a su territorio y sus valores, vemos personas nacidas en República Dominicana, promoviendo movimientos dirigidos a la fusión de estas dos sociedades diametralmente diferentes en origen, idiomas, costumbres y religión, que solo traería zozobra, odios, y destrucción para nuestro país.

Por eso aprovechamos esta fecha memorable, para llamar la atención de la comunidad internacional, principalmente a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que ya sentaron un precedente entre nuestros países con la Resolución 1542 aprobada por el Consejo de Seguridad en su 4961 sesión celebrada el 30 de abril del 2004, que creó la Misión de Estabilizacion de las Naciones Unidas en Haití -MINUSTAH- donde entre otras cosas dice: “Cuando el derrumbe que pareció irreparable de la democracia de Haití, con una ocupación militar de un altísimo costo económico durante años y que no ha logrado lo que necesita fundamentalmente Haití: desarrollo económico, social y cultural”.

Sectores de Haití viven luchando por invadir pacíficamente la República Dominicana, porque no tienen políticas sociales, ni recursos económicos para socorrer la espantosa miseria y hambre que les azota, pero tampoco la gestionan.

Y entienden que la solución de sus problemas está en volcarse a nuestro territorio y fusionarse con los dominicanos.

Y eso es inaceptable a estas alturas de nuestros tiempos.

Se desatarían las iras del averno.

Lo que procede hoy es que los Organismos Internacionales, bajo la dirección de la Organización de las Naciones Unidas, tracen una política económica que le dé a Haití atención a su agricultura, industria; construir canales de riegos para sus rios, que les  permitiría poder cultivar sus tierras, como lo ha hecho República Dominicana desde hace más de cincuenta años; reforestar sus montañas totalmente devastadas, construir escuelas y preparar maestros para sus hijos;  presas para generar energía eléctrica para una convivencia civilizada, y educación calificada; además universidades para la preparación de una juventud pujante como tienen, pues muchos vienen a estudiar en nuestras universidades.

Pero no venir a nuestro territorio a ocupar propiedades privadas y establecer sus costumbres que no son las nuestras, destruir nuestros bosques como vemos en montañas de Neyba, San Juan de la Maguana, Elías Piña, Jimaní, Barahona, Pedernales; forzar para penetrar clandestinamente la línea fronteriza para ubicarse y formar barrios, ya no solo en los pueblos de la frontera, sino en ciudades como Santiago, Mao, Santiago Rodríguez, Monte Cristi y los sectores  de clase media en Santo Domingo.

Además a deforestar nuestros bosques para hacer carbón.
Haití tiene otra particularidad, que no le presta atención al control de la natalidad para preservar su territorio, como lo ha venido haciendo en cierta medida nuestro país.

Y la mayor evidencia la tenemos en nuestros hospitales, donde centenares de haitianas diariamente dan a luz, mermando la capacidad de éstos para las madres dominicanas.

Lamentablemente el haitiano no tiene conciencia de controlar el crecimiento de su población en un territorio de 27.750 km≤, apenas poco más de la mitad del nuestro, creando una población que no puede sostener y que la llevan también a trasladarse a las Islas del Caribe, donde los están apresando y deportando de forma desconsiderada.

Ahora se están desplazando en grandes cantidades a Suramérica, según los cables de Prensa que recogen esas informaciones y Estados Unidos, los rechazan.

Aprovechamos este día grande del Padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte, para llamar la atención de la Comunidad Internacional que tiene conciencia del problema migratorio hacia nuestro país,  para que vayan en ayuda del desarrollo de Haití y se trace una política regional que evite lo que ya estamos viviendo con preocupación en el nuestro, con la presencia casi incontrolable de haitianos sobornando y cruzando a la fuerza por distintos puntos de nuestra frontera; destruyendo nuestros bosques para hacer carbón; desplazando a pasos agigantados a los trabajadores de la construcción, porque trabajan por menor salario que los dominicanos; aumentando el desempleo en nuestro país, porque trabajan por salarios de hambre y los dominicanos desempleados, cada vez en mayor cantidad o buscando como irse a otros países o comerciar con droga, matando nuestro pueblo o exportándola con la complicidad de autoridades corruptas.  Ninguna fecha más propicia que hoy, día del nacimiento del fundador de nuestra nacionalidad para levantar nuestra voz, en defensa de la República Dominicana.

El problema con Haití no es por el color de la piel, es por sus orígenes, educación y formación social totalmente deficiente.

Aprovechemos ahora que Haití tiene un Presidente distinto a los dictadores que lo han hundido, y un estadista bien relacionado, según informaciones que he recibido con el presidente Danilo Medina que, por ser oriundo de San Juan de la Maguana, conoce mejor que muchos, y por tanto. puede comprender el daño que se le ha hecho a esa zona de la República Dominicana.

Vivimos en tiempos de paz, aprovechémoslo para que se busque con seriedad la solución al problema de Haití, que con la complicidad de malos dominicanos y sus ONGs, conspiran contra nuestra patria.

Gracias a Duarte y los Trinitarios que lo arriesgaron todo para liberarnos e independizarnos de esa penosa barbarie que vive el país vecino.

No hay un dominicano con dignidad que no anhele ver a Haití crecer en su territorio, como lo visualizó el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, cuyo aniversario celebramos con emoción dominicanista todo nuestro pueblo.

¡Loor al fundador de nuestra nacionalidad, y defendamos nuestra Patria!

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