Más allá de los acostumbrados desbordes y desenfrenos que cada año caracterizan a los dominicanos en esta época especial, creemos propicio que junto a esos seres queridos apartemos un momento para dedicárselo a Dios y agradecerle por todo aquello maravilloso que nos permitió vivir y disfrutar en ese año que casi finaliza.
El espíritu de la navidad es único, por tal razón debemos aprovecharlo para compartir y hablar con esos seres queridos teniendo a Dios como centro de todo. Y porqué no, también procurar ese cálido acercamiento con aquellos seres de los cuales nos hemos alejado por una u otra razón. Es momento de pedir perdón y continuar la marcha más liviana. Es momento de la reflexión profunda y de la búsqueda de la paz duradera que nos conduzca a transitar el próximo año enfocados en la realización de las metas concretas que aspiramos, sin la turbulencia del perdón perdido o el amargue de la relación rota.
Aprovechemos esta maravillosa época que nos regala cada año la vida para reabastecernos espiritualmente. Amén.
