El recién finalizado proceso de elección interna de la directiva de la Asociación Dominicana de Profesores, ha demostrado que al partido gobernante le resulta difícil la victoria electoral cuando no cuenta con el apoyo de los órganos reguladores de los procesos eleccionarios.
Esto aunado al control de unas altas cortes de decisiones prefiguradas que garantizan en su condición de últimas instancias constitucionales, la legitimación de la perversidad y el accionar impúdico que se emana desde el propio Palacio Nacional.
Bajo esta lógica de controlar el árbitro del juego político y de falsa legitimación lo cual les ha permitido inocular el veneno de la cizaña y la división en el oponente, al PLD le ha resultado fácil imponer sus muy cuestionables victorias electorales de los últimos diez años.
Todo esto indudablemente nos conduce al profundo convencimiento de que el cambio político que tanto aspira la sociedad dominicana no dependerá necesariamente de que tan mayoritarias sean las voluntades ciudadanas que quieran ese cambio, sino, de que tan fiable, transparente y creíble sea el accionar de una Junta Central Electoral presidida por un individuo que calificó al presidente Medina de «ungido».