
Quienes vieron anoche las declaraciones expresadas por los imputados del caso de corrupción Odebrecht, pudieron de pronto percibir que el Estado dominicano ha sido administrado por ángeles inocentes incapaces de ni siquiera aplastar una insignificante mosca.
Todos los imputados emitieron palabras de aliento y conveniencia frente a un juez, una audiencia y un pueblo que está ávido de justicia y castigo a todos aquellos que han saqueado las arcas públicas de la República Dominicana.
Muchas palabras bonitas pronunciadas, pero no hubo el más mínimo reconocimiento de faltas cometidas en el ejercicio público. Al parecer, el estado dominicano pudiera terminar pidiéndoles perdón por haberles hecho millonarios y hombres de renombre.
Así funcionan las cosas en un país donde su clase política se cree capaz de manipular e incidir en un sistema de justicia que por años ha mostrado falencias a la hora de imponer severas penas contra imputados con ciertos niveles de trascendencia política.
Mientras persista en la clase política dominicana el convencimiento de que nuestro pueblo puede ser sensibilizado por floreadas palabras y fábulas personales, los políticos corruptos nunca admitirán los hechos imputados, por lo que, nunca como ahora será necesario que el Ministerio Público pueda construir un expediente con los correspondientes elementos constitutivos para lograr la severas penas que espera el pueblo dominicano.
Es por ello que hacemos un llamado al Magistrado Francisco Ortega para que asuma su responsabilidad histórica y castigue no sólo a los hoy imputados sino también a todos aquellos nombres que surgirán a medida que el proceso penal avance hacia otros estadios como lo estipula el Código Procesal Penal.