En este último trimestre del año la República Dominicana se encuentra afectada por una serie de protestas ciudadanas que procuran la mejoría de las condiciones de vida del pueblo.
Tanto los todopoderosos sindicatos de transporte público, los siempre aguerridos estudiantes de la UASD, las valerosas y gallardas amas de casas, han criticado los incrementos desproporcionados de los precios de los combustibles.
Esto se veía venir ya que el gobierno dominicano ha estado manipulando el precio de los combustibles para embolsillarse los recursos extras que tanto necesita para satisfacer las demandas sociales y rellenar el hueco deficitario que por diez años ya lleva el presupuesto general de la nación.
El presidente Medina tiene en frente un panorama sombrío que lo pudiese encontrar atado de brazos ya que sólo a través de los préstamos internacionales o de una reforma fiscal integral pudiese equilibrar nuevamente las arcas públicas.
Mas del 34% de los ingresos que recibirá el estado dominicano para el próximo año corresponden a financiamiento externo e interno.
Una economía que dependa tanto de lo que otros le puedan prestar, es una economía destinada tarde o temprano al colapso.
Esta realidad macroeconómica que afecta la República Dominicana y que limita la movilidad gubernamental, plantea un peligroso escenario socialmente impredecible.
Por lo que lo acontecido este inicio de semana pudiese ser un indicativo contundente de que tal vez lo peor esta por venir.
