Escrito: Leonardo Jáquez
La histórica, multitudinaria, pacífica, organizada y colorida marcha ciudadana realizada el pasado domingo 22, fue un contundente ultimátum que le dió el pueblo dominicano al gobierno del Presidente Danilo Medina. Fue una máxima expresión de civilidad ciudadana por parte de un pueblo que siente que las arcas públicas están siendo saqueadas por un grupito de políticos corruptos que de la noche a la mañana exhiben acaudaladas fortunas sin razones lícitas para justificarlas.
El pueblo dominicano después de esa histórica marcha no resistirá, ni tolerará que se sigan realizando desde el Estado dominicano el saqueo a las arcas públicas. Es mas que evidente que las próximas marchas, en caso de continuar la espantosa corrupción y la impunidad existente, no serán civilizadas, sino que pudiesen provocar en el pueblo una revuelta que le conduzca a no solo protestar en las calles sino que pudiesen sentirse obligados a sacar de sus lujosos áticos y sus costosas villas a los delincuentes que pululan en las altas esferas del estado dominicano.
Vimos un pueblo que se siente empoderado y que ha recobrado la fé y la esperanza en que la marcha civica es un instrumento válido para reclamar soluciones sobre el conjunto de problemas que nos afectan. Si el PLD no rectifica y permite que el sistema de justicia haga lo que tenga que hacer para que caigan los corruptos, si el PLD no saca del gobierno a los funcionarios que la opinión pública acusa de corruptos, si el PD no nombra un Procurador con independencia política, veremos en el mediano plazo a un Pueblo materializar sus inmensas ganas de ver rodar por los contenes del país a quienes ellos consideran responsables del deterioro de su calidad de vida.
Esperemos que el Presidente Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana entiendan el contexto histórico en el que están gobernando el país en la que estos nuevos dispositivos que nos posibilita la cuarta revolución industrial permiten que la ciudadanía pueda compartir sus impotencias y sus quebrantos y a la vez automotivarse para de manera colectiva exigir soluciones de estado a los innumerables problemas que afectan sus vidas.
