Profesionales venezolanos delinquen y se prostituyen en calles de Santo Domingo

A raíz de la crisis político-económica que en los actuales momentos vive la República Bolivariana de Venezuela, en donde millones de familias no encuentran siquiera para comer una vez por día, miles de venezolanos abandonan diariamente su patria en busca de mejor suerte. La mala situación del sureño país no solo afecta a la clase trabajadora, sino a las escorias y facinerosos que viven de los demás, lo que convierte a Venezuela en un país exportador de todo tipo de personas hacia países con economía en desarrollo, cuyo ni el de vida es superior al vivido en aquél país.

La República Dominicana es uno de los principales países impactados por la emigración venezolana, aquí llegan diariamente cientos de venezolanos como turistas que luego se quedan deambulando por las calles de la capital y otros pueblos del interior, convirtiéndose en una carga para el estado y una pesadilla para la ciudadanía que se siente amenazada por las diferentes bandas armadas que forman esos venezolanos, que se dedican al atraco, secuestro, venta de estupefacientes y otras actividades del bajo mundo.

Tal es el caso de los esposos Josefina y Miguel Faria, que agobiados por la calamidad que vivía en Caracas, decidieron venir a la República Dominicana con sus tres hijos. Ella es licenciada en educación y él abogado; la pareja decidió poner un puesto de empanadas y cachapa próximo a la estación del Metro Mamá Tingó de Villa Mella. Esa acción de los esposos Faria, debe contar con el beneplácito de todos, no así los siguientes casos.

Lucía y Persia son ingenieras civiles, Gabriela es enfermera, Patricia es ingeniera petrolera con post-grado y Rocío comunicadora social. Ellas tienen en común que son jóvenes y hermosas; encabezan un grupo de 23 venezolanas que como ellas se prostituyen en un burdel del malecón de la capital, desde allí salen con el primero que a cambio de unos pocos pesos desee “socializar” en privado con ellas. Quien sea capaz de aventurarse a semejante encuentro, suele ser atracado por las damas, que con químicos para ello los duermen y sacan de sus bolsillos todo cuanto desean.

En la avenida 27 de Febrero con Tiradentes, varios venezolanos limpian los parabrisas de sus vehículos a cambio de una moneda de cinco pesos; sin embargo, sus pretensiones van mas allá de ello. Cuando usted baja el vidrio para darle la moneda, ven con facilidad si usted lleva prendas de lujo o algún celular costoso, llaman a otros colocados en la esquina siguiente que es la Lincoln, con la descripción de su vehículo otro limpia nueva vez su cristal, solo que esta vez es con arma de fuego en manos para  atracarlo y quitarle sus pertenencias.

Las “All Inclusive”, son unas chicas jóvenes y bonitas que aglomeradas hasta 20 en una sola vivienda, en el día salen a los supermercados bien vestidas y arregladas, simulan estar haciendo compras, entran en contacto con cualquier incauto y de ahí surge un encuentro sexual, luego en las noches se van a centros de diversión nocturna en donde terminan haciendo su carnaval.

Otro modo de operación de las escorias venezolanas es dirigirse a una casa de familia a buscar trabajo como jardinero o limpieza, les pagan un día y al menor descuido se introducen a las casas y se llevan todo cuanto pueden. Nunca sabe usted por dónde lo van a atacar, lo cierto es que la proliferación de venezolanos en las calles de Santo Domingo, se está convirtiendo en un dolor de cabeza, perturbando la paz a la que es acreedor todo dominicano.

 

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