Rebelión interna dentro de los empleados públicos del gobierno de los Estados Unidos

WASHINGTON. Una insurrección digital sin precedentes está tomando forma en las oficinas gubernamentales.

El presidente Donald Trump pasó gran parte de su campaña criticando al gobierno federal, un sistema al que describió como repleto de “despilfarros, fraude y abuso”.

Ahora la burocracia se lo está cobrando.

En respuesta al congelamiento de las contrataciones en las agencias federales y a las restricciones informativas que ordenó Trump, algunas cuentas oficiales en las redes sociales han enviado tuits con mensajes que van claramente en contra de su agenda, además de que hay filtraciones de información desde el gobierno federal hacia la prensa.

Algunas agencias han sido particularmente subversivas en sus mensajes, al publicar declaraciones y comentarios que podrían interpretarse como una provocación a su nuevo jefe.

El Departamento de Defensa utilizó Twitter el miércoles para publicar un artículo sobre un refugiado iraquí que se convirtió en infante de Marina estadounidense.

“De refugiado a #Marine. El cabo de @USMC Ali J. Mohammed combate a las puertas de aquellos que expulsaron a su familia”, escribió la dependencia sobre sus misiones en Irak.

Tal vez no sea coincidencia que, unas horas antes, los asesores de Trump indicaron que el mandatario trabaja en los detalles de un plan para restringir la llegada de refugiados al país.

Ex funcionarios del gabinete afirman que sería inteligente por parte del presidente no subestimar el poder de los servidores públicos, quienes no solo tienen la capacidad para frenar el avance de las nuevas regulaciones, sino que cuentan con el conocimiento profundo de su área laboral para hacer sonar las alarmas cuando sea requerido.

Apenas unos 4.000 de los más de dos millones de empleos en el gobierno federal se ocupan por medio de designación presidencial, lo que significa que los empleados de carrera superan por mucho a los asesores de alto nivel, directores de agencia, asistentes especiales, embajadores y funcionarios del gabinete seleccionados por el mandatario y su equipo de trabajo.

“Las declaraciones de Trump han intentado desacreditar a los funcionarios federales ante la opinión pública hasta cierto punto”, dijo Christine Todd Whitman, jefa de la Agencia de Protección Ambiental durante el gobierno del presidente George W. Bush. “Si el personal de carrera no te cree, si no confían en ti, las cosas se pueden volver muy incómodas”.

El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo el miércoles que algunas agencias del gobierno están tomando medidas para atender el uso “inapropiado” de las redes sociales.

Pero a pesar de las órdenes de no interactuar con el público o la prensa sin permiso, será complicado para la Casa Blanca tapar todas las posibles filtraciones o frenar los exabruptos públicos por parte de trabajadores gubernamentales molestos o preocupados.

Incluso antes de que el mandatario asumiera el cargo, empleados del Departamento de Energía compartieron información sobre una solicitud hecha por el equipo de transición de Trump para obtener los nombres del personal de la dependencia que trabajó en las iniciativas de cambio climático del presidente Barack Obama. La reacción de los burócratas obligó a los funcionarios del equipo de transición a afirmar que el cuestionario había sido un error.

The Associated Press obtuvo el miércoles el borrador de un decreto que revelaba que Trump sopesa ordenar una revisión a gran escala de los métodos de interrogación de los sospechosos de terrorismo y la posibilidad de reabrir prisiones clandestinas administradas por la CIA fuera de Estados Unidos. Con esa misma orden se revertiría el plan de cerrar las instalaciones estadounidenses de detención en la Bahía de Guantánamo, Cuba.

Trump, que no tiene experiencia gubernamental y encabezó una empresa familiar, podría no comprender del todo a lo que se está enfrentando. Su gabinete, compuesto principalmente por ex ejecutivos de negocios y miembros del Congreso, tiene un conocimiento más limitado de las complejidades del gobierno federal, apuntó Kathleen Sebelius, quien fuera secretaria de Salud y Servicios Humanos durante el gobierno de Obama.

“El director general de una compañía privada no le rinde cuentas a los accionistas ni a un consejo directivo”, dijo Sebelius. “Ahí, si dices salta, alguien salta. Gracias a Dios así no es cómo funciona el gobierno”.

Algo que limita aún más el control que Trump tiene de la burocracia federal ha sido la lentitud con la que su propio personal está asumiendo el control del gobierno. El mandatario sólo ha llenado 31 de los 690 puestos políticos clave que requieren ser confirmados por el Senado, de acuerdo con el organismo apartidista Partnership for Public Service, que lleva un registro de las nominaciones efectuadas por el poder ejecutivo. El Congreso sólo ha confirmado a cuatro de los funcionarios que él ha nominado.

“Hoy por hoy, yo diría que la burocracia gubernamental tiene la ventaja porque está ante gente que desconoce cómo se juega el juego”, dijo Paul Light, profesor de administración pública en la Universidad de Nueva York.

Uno de los primeros organismos gubernamentales en chocar con Trump fue la usualmente bien portada Oficina de Ética Gubernamental, que ayuda a los empleados del poder ejecutivo a solucionar conflictos de interés antes de que asuman sus puestos.

Su director Walter Shaub publicó nueve tuits osados en los que exhortó a Trump a que venda sus activos financieros, algo que éste ha dicho que no hará.

Esta semana, legisladores demócratas y republicanos amonestaron a Shaub por su iniciativa.

La mayor parte de la resistencia proviene de las agencias enfocadas en la protección del medio ambiente y la investigación científica. Varias cuentas federales en Twitter han comenzado a publicar mensajes en redes sociales, algunas de ellos simplemente de hechos en torno al cambio climático. Trump ha expresado su escepticismo acerca de los datos científicos que respaldan este fenómeno.

Los tuits publicados el martes por el Parque Nacional Badlands de Dakota del Sur —uno de ellos sobre la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera— fueron borrados poco después. El Servicio de Parques Nacionales dijo que un ex empleado se había filtrado a la cuenta del Badlands.

La rebelión de los parques nacionales se viralizó el Día de la Investidura, cuando la cuenta oficial en Twitter del Servicio de Parques Nacionales retuiteó fotografías comparativas de la enorme multitud que se reunió para la juramentación de Obama y la que acudió a la de Trump, que fue de menor tamaño.

Posteriormente esa cuenta borró el tuit y ofreció una disculpa.

Por LISA LERER y JULIE BYKOWICZ, Associated Press

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Los periodistas de The Associated Press Michael Sisak en Filadelfia y Michael Biesecker en Washington contribuyeron con este despacho.

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