Chapucerías y nerviosismo de un gobierno en aprietos. Por César Pérez

Las marchas verdes han sacado a las calles, caminos y carreteras la rabia de la población contra este gobierno y de condena a la generalidad de la clase política, la amplitud y significado de esas marchas han determinado que desde diversas instancias del gobierno se incurra en lastimosas chapucerías. El montaje contra el destacado activista social mocano, Juan Compré, es la más grotesca y que mejor expresa la propensión al abuso y a la torpe coerción de quienes han ejercido el poder en este país. Esa acción constituye una manifestación del nerviosismo que provoca en el gobierno la eclosión del movimiento verde; como también algunas lastimosas declaraciones de funcionarios de este gobierno a propósito de este movimiento.

Un video de una cámara de seguridad ha demostrado que la acción policial contra ese activista para amedrentarlo fue un montaje, que además de un abuso, es criminal, evidenciando la propensión a la arbitrariedad de los cuerpos policiales. El video ha obligado a la Policía a admitir el abusivo exceso de los jefes de su dotación en Moca y, además, al Procurador General a admitir la chapucería policial y judicial. El hecho constituye una demostración de la arbitraria discrecionalidad en el ejercicio del poder de cualquier jefe policial, departamental, judicial e incluso de cualquier jefe político. Dictan sus reglas, sus procedimientos, desvían ríos hacia sus fincas, depredan bosques, pagan los servicios si les da la gana y disponen de los dineros públicos.

Por otro lado, algunos funcionarios del gobierno expresan un nerviosismo por el desarrollo del movimiento verde que los lleva a utilizar argumentos contra este a sabiendas de que son falsos. Recurren a esos argumentos porque son conscientes de que, a partir del movimiento verde, independientemente de hacia donde se deslice en términos organizativos, el país difícilmente podrá ser gobernado como hasta ahora lo ha hecho la clase política que se ha alternado en el poder y que este movimiento está erosionando no solamente la base de ese poder, sino que está creando las bases para que en este país se instaure un poder con otra forma de hacer política.

Insinuar, como insinúa el vocero del gobierno, que no es en la calle donde ha reclamarse el justo veredicto de la justicia, es tratar olvidar lo que él recuerda bien: que las calles han sido y son el lugar donde se han construido los valores de la libertad, la justicia y la igualdad. Sabe que, si aquí la Justicia no cumple su papel de hacer justicia, es porque  ha sido secuestrada por el actual grupo gobernante, algo que ha llegado a la abyección en el gobierno del cual él es vocero. Sino que le pregunte al ex Procurador General y actual ministro de Medio Ambiente, por qué este dijo: “se impuso la impunidad” y que la Suprema Corte de Justicia no le merecía credibilidad, cuando el tribunal que juzgaba a Félix Bautista, actual Secretario de Organización del partido de gobierno, lo absolvió de la acusación de corrupción.

Las calles han sido el principal lugar de la demanda a la Justicia dominicana para que haga justicia en los casos de los sobornos y sobrevaloración de la empresa Odebrecht, negar que sea allí y cualquier escenario donde de manera pacífica y legal se lleve a cabo una demanda de justicia es, de parte del referido vocero, una negación del ejercicio de un derecho que en otros tiempos él ejerció profusa y conscientemente. Como también es el caso de otro funcionario del gobierno, que siendo fundador de la agrupación apartidista Participación Ciudadana quiere negarle a esta su derecho a apoyar las demandas del Movimiento Verde, bajo la falsa acusación del carácter sedicioso de dicho movimiento.

Otro funcionario dice que el caso de Odebrecht se aclara y se cierra, en lo que concierne al Presidente, porque una testigo se retracta de su anterior testimonio, donde admitía que la referida empresa dio dinero para la reelección de Danilo. Como buen político y abogado que es, ese funcionario debe saber que el testimonio de un testigo donde niega otro anteriormente dado no es necesariamente concluyente. Con esas actitudes estos niegan sus trayectorias, algo que deben evitar aquellos que siendo parte de este gobierno mantienen sus convicciones de manera profesional, sin incurrir en la defensa de acciones del gobierno que son indefendibles desde el punto de vista ético y profesional.

Las declaraciones y acusaciones sin fundamentos de algunos funcionarios y bocinas, ni tampoco las nuevas distracciones que podría estar ensayando el gobierno de nada servirán para detener la esencia de un fenómeno que ha creado un nuevo contexto político en sociedad dominicana: el Movimiento Verde.

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