Indolentes, sus palabras duelen. Justifica, intentando aplacar la indignación colectiva, algo imposible de creer: que los catorce bebés que murieron el fin de semana pasado en la Maternidad de la Altagracia fallecieron por causas ajenas al hospital, es decir, por prematuridad, preeclampsias, infecciones, malformaciones congénitas y complicaciones preexistentes.
El doctor Nelson Rodríguez Monegro, director del Servicio Nacional de Salud (SNS), quiere convencernos de que las obras que se realizan en el centro de salud no inciden en las muertes a pesar que el hacinamiento llega al punto de que las camas son compartidas por seis mujeres y los cuneros por cinco bebés. Tampoco pasa nada porque solo funcionen tres de 10 quirófanos: la culpa es de las madres y los bebés que se enferman antes de llegar al quirófano. ¡Qué importa que falten lámparas para las incubadoras si al final los bebés ya vienen con problemas!
Lo de la Maternidad no debe extrañar. Es un contrasentido como el del último gran plan que presentó Danilo Medina: ¿cómo un hombre que nunca le ha dado el 10% a los ayuntamientos aspira tener una Dominicana Limpia? ¿Con qué los cabildos van a trabajar?
Dominicana Limpia suena igual que el famoso programa Vivir Tranquilo: quedó en un enunciado porque en RD tenemos cualquier cosa menos tranquilidad. Las muertes de María del Carmen Revalderia Cordero y Carlos Carrera Amil a manos del conserje de su edificio nos repiten que vivimos inseguros; ¡ni en casa estamos a salvo! República Dominicana, por más que lo quieran ocultar, está jodida. Y nosotros, por supuesto, con ella.
