Guillermo Moreno, un senador llamado a hacer la diferencia. Por Luis Ulloa

Ser diferente no necesariamente se traduce en hacer la diferencia. Esta idea no requiere  de muchas vueltas, pero es fundamental. Hacer la diferencia quiere decir ser o hacer las cosas de modo tal que ello provoque efectos significativos sobre alguna realidad.

Es lo que debería ocurrir con Guillermo Moreno, muy posiblemente senador de la República Dominicana en representación del Distrito Nacional, luego de las elecciones de mayo.

Si es por carácter, cabeza propia, ideas sobre las necesidades del país, las posibilidades de hacer la deferencia están de antemano bien encaminadas. Aún desde antes de la fundación del proyecto político que encabeza, el ex fiscal dejó plasmada con claridad su visión de país, con independencia de cuán acertado estuviera y de cuánto y cómo haya cambiado el país desde entonces.

Desde la tribuna que le confiere su condición de Presidente de Alianza País, Moreno ha sabido también hacer públicas sus posturas sobre los diversos aspectos de la vida nacional.

Una pregunta obligada es precisamente la de hasta qué punto y de qué modo el referido dirigente podrá ejercer con la suficiente autonomía su responsabilidad congresual. La pregunta remite a la cuestión de la voluntad política, tanto suya y de su partido como del partido aliado. La fuerza centrípeta del también muy posible partido de gobierno siempre estará siempre activa, presta a exigir lealtades, a recordar que “nobleza obliga” y que lo suyo no es precisamente criar “cuervos”…

Gobierno de clara raigambre conservadora, puesta práctica a diario, es de esperarse que todo aliado suyo se ajuste más o menos a sus designios. Sucumbir o no sucumbir a ello será siempre parte esencial del problema. Pero naturalmente que una alianza es una alianza y que mal podría una de las partes no ser fiel al espíritu de lo acordado. Supongo que esto Guillermo Moreno lo tiene bien claro y que en sus planes no puede haber más que honrar de manera estricta la confianza que se deposita en él.

Personalmente aprecio la candidatura senatorial de Guillermo Moreno como una buena noticia. (El por qué Alianza País y otros grupos alternativos –así llamados—no han podido crear las condiciones para que otras posibilidades se abrieran paso sería otra discusión). Es una buena noticia porque abre posibilidades, ante todo porque permite demostrar que se puede hacer la diferencia: con voluntad política, desarrollando iniciativas legislativas inteligentes, estableciendo vínculos permanentes con la población, procurando hacer sinergias con cuantos legisladores sea posible y necesario y estimulando al gobierno central para la puesta en marcha de proyectos que beneficien sensiblemente a la población…

Voluntad política no equivale a tozudez pero sí a firmeza en procura de promover lo que suponemos justo, aunque ello conlleve a veces condenarse a cierta relativa soledad.

Vínculos efectivos con la población, para un legislador en R. Dominicana, suele entenderse más como pagos de recetas médicas, repartición de una que otra ayuda material. En verdad, vínculo con la población es sobre todo servir sistemáticamente de canal para inquietudes de sectores (es lo que mejor permitirá legislar y representar). Ojo: no implica olvidar que la “real política” criolla “clama” por acciones más puntuales, más cotidianas, por muy limitadas que sean…

A lo que no debería darse paso es a la desnaturalización de la función y misión de una senaduría y mucho menos a ceder un palmo en el impulso de lo mejor para el país: la búsqueda de la igualdad y la justicia, la democratización de la sociedad, una salud universalizada, una educación liberadora. En fin, todo lo que el propio Guillermo Moreno ha defendido desde antes de fundarse su proyecto político, más lo que los nuevos tiempos aconsejan, si queremos una República significativamente mejor.

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