Llegó la luz. Por Olaya Dotel

Odebrecht permitió apartar la oscuridad en la que se ocultaban escándalos de corrupción como los del Consejo Estatal del Azúcar y la venta de los Tres Brazos, así como nos recuerdan otros recientes como lo constituyó la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado y la venta de Bahía de las Águilas.

El mega escándalo de corrupción de Odebrech posibilitó a la sociedad dominicana ver con mayor claridad, cómo opera la estructura de corrupción reinante, en un esquema de soborno-chantaje, que no descuidó sus buenas relaciones con las élites económicas tradicionales, las que han disfrutado de una buena tajada del país.

Lo sobornos pagados por Odebrech no fueron un sacrificio para esta compañía, ya que, las sobrevaluaciones de las obras que le eran otorgadas les generaban beneficios hasta en un 800% de lo invertido en los sobornos, situación conocida por los miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, lo que fue reconocido por uno de sus miembros en esta semana (Felucho Jiménez).

Pero, como decía, esto es solo parte de un esquema instalado en cada uno de los despachos gubernamentales, definiendo una situación de corrupción generalizada, cuya estabilidad resulta del control que el PLD tiene del Congreso y el Sistema Judicial, así como por la armonización con las élites económicas tradicionales. No es casualidad de que los Vicini formen parte del proyecto de construcción de las plantas de Punta Catalina y el presidente del grupo Corripio haya sido integrado a la comisión que investiga dichas plantas.

El dilema hoy, es que las respuestas más contundentes vienen de una sociedad civil movilizada, pero con demandas que se mantienen en el marco institucional que no alterarán la estructura de poder que posibilita que el Comité Político del PLD siga usando al Estado como mecanismo de acumulación económica, para continuar gobernando, mientras que los partidos políticos de oposición real, están  atrapados en discursos y acciones vainilla, que no le quitan el sueño a quienes controlan el aparato estatal.

El tiempo corre y la bandera de la estabilidad macroeconómica es hoy un paño frágil, sometida a las tempestades de la corrupción, a la vez que las demandas de la clase trabajadora, por incremento salarial cobran más volumen y los servicios públicos agravan su situación.

La respuesta, sin lugar a dudas vendrá del cambio… o del gobierno y se conviertan en buenos gobernantes… de la sociedad civil y de un mayor contenido político a sus demandas y acciones… o de los partidos políticos de oposición y salgan de sus aires acondicionados a hacer política en la calle. Eso sí…nadie puede decir que no lo pudo ver… llegó Odebrecht.

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