OPINION: Grietas en el pensamiento único. Por Carlos Encarnación

Durante un siglo, confirmando la teoría del péndulo, el pensamiento historiográfico dominicano pasó, de una visión hispanófila a una haitianófila, o, afrocéntrica. Durante su reinado, cada una de éstas cosmovisiones, se impuso, haciéndose hegemónica en la academia y la sociedad, a pesar de las voces disidentes.

Los historiadores marxistas, aunque no exclusivamente, jugaron un rol importante en la liberalización de la historiografía después de la muerte de Trujillo. Lo que es sintomático, que de los más prominentes marxistas fallecidos, los más resaltados son los que se plegaban a las prescripciones ideológicas hegemónicas, Franklin Franco, Emilio Cordero Michel y Hugo Tolentino; otros historiadores marxistas, discordantes, o que sencillamente no abordaban ese tema con primacía, como Pedro Mir, Francisco Henriquez (Chito), o Tulio H. Arvelo, no son tan resaltados en su rol de historiadores, por lo menos, no al nivel de los anteriores.

El abordaje de algunos episodios ilustra con claridad meridiana las posturas. Para muestra basta un botón: mientras que las políticas de inmigración y asentamientos de Boyer, quien atrajo a los libertos de EEUU, cuyo único fin era político, homogeneizar racialmente a los Departamentos del Cibao y del Ozama, es decir purificar la raza, hacer predominante a la población negra, lo que es una política racista, esta es bien valorada por las mismas personas que atacan las políticas de inmigración y asentamientos de Trujillo, a la que acusan de ser implementada con el propósito de blanquear la raza; pero fruto de esas políticas se introdujeron en el país las técnicas de cultivos y algunos vegetales como el brócoli, tan benéfico para la nutrición, también el desarrollo de la industria láctea en Sosua. Esto es sin contar los procesos industriales que se incorporaron al aparato productivo manufacturero: vidrios, pinturas, neveras, armas, etc. Industrias que pasaron a manos de la oligarquía, no del Estado, como debió ser. Decía Mao que la práctica es el criterio de la verdad; la verdad es que los asentamientos de Boyer solo aportaron su cultura, los de Trujillo también aportaron su cultura y el avance técnico, científico e industrial. Como esta gente es tan sensitivamente dogmática, aclaramos que para nada juzgamos negativas las aportaciones culturales de los libertos.

La realidad es que República Dominicana, o es el país más democrático del mundo, o tiene una tendencia autodestructiva, parricida. Solo recordemos el caso Dreyfus en la Francia del siglo XIX, o el caso de Ana Belén Montes en los EEUU del siglo XXI, y el incontable número de casos entre uno y otro. Siempre que un ciudadano de un Estado ejercita su lealtad a otro Estado, involucrándose en actividades en contra de los intereses nacionales de su Estado de origen, estén o no estén codificados éstos intereses, terminan siendo sancionados por aquellos países que se respetan. En la República Dominicana, los historiadores que fungen como asesores técnicos del MINRED, han desarrollado contenidos para instruir a los estudiantes dominicanos en la lealtad y admiración a otro Estado distinto del dominicano; hecho que fue valientemente denunciado por la Dr. Luisa Navarro, historiadora de gran valentía, por atreverse a disentir del pensamiento hegemónico.

Por mucho tiempo, voces solitarias como las de Manuel Núñez o Carlos Julio Báez Evertsz, han estado alertando de las peligrosas consecuencias para la nación y el Estado dominicano, de la cesión de la soberanía en políticas migratorias y de ciudadanía a organismos supranacionales, mientras que el corro de los adherentes del pensamiento hegemónicos, buscaban mil formas de justificar la destrucción del inconcluso proyecto de nación de Duarte. Parece que el monolítico pensamiento único empieza a agrietarse, a las denuncias hechas hace unos años por la Dr. Navarro, hoy emerge un coro de voces disidentes; Miguel Sánchez Reyes trató el tema en su discurso de ingreso como miembro de número de la Academia; Frank Moya Pons denunció el activismo historiográfico de dicho segmento de la intelectualidad; y más reciente el Dr Roberto Cassá, rompiendo con dicho segmento, alertó del gran peligro que representa para el país el proceso de haitianización. Cuando dos, de los tres más prominentes historiadores vivos, a pesar de estar en lados opuestos del espectro político-ideológico, se pronuncian en una misma dirección sobre el tema, es porqué por fin, la pared del pensamiento único hegemónico empieza a agrietarse seriamente. El momento reclama apoyo y solidaridad con éstas voces disidentes.

Hasta la próxima

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