OPINION: El diablo y yo. Por Franklin Amparo

Antes de nacer el diablo quería mi alma, usó estrategias de desesperación para ver sí mi madre me abortaba, luego, cuando era niño apenas con tres años de edad me diagnosticaron una enfermedad, que para ese entonces no tenía cura (difteria), mandaron a comprar el ataúd y de un momento a otro todos los síntomas se me ausentaron, encontrándome mi padre en la cuna de otro niño bebiéndole la leche en un biberón ajeno.

Al pasar el tiempo…

Me caí entre unos blockes de construcción partiéndome el frontal ( hueso del craneo ) en dos, sangrando tanto que hasta perdí el conocimiento, con pronósticos no muy halagüeños, pero el Altísimo no abandona a sus fieles.
Pero no se que busca el maligno que anda en detrás de mi alma que… tuve un accidente en “La Curvita de la Paraguay” donde el vehículo se desbarató y para La Gracia de JEHOVÁ DIOS, a mi… ni un rasguño.

Pero ahí no queda todo… luego en pleno arreglo de la vía del Malecón, viajando (porque estaba en reparación) por una misma vía pero en ambos sentidos, una patana-truck cargada de materiales de construcción se le “zafaron los frenos” y fue a parar encima de mi vehículo… pero al ver que mi muerte era cuestión de segundo, solo llegue a decir: “Padre mío en tus manos encomiendo mi espíritu” y por arte de magia o milagro divino el Camión-patana se detuvo con una goma casi en el volante y la otra en un sumidero-alcantarilla que no le permitió avanzar.

En su lucha…

Cómo el maligno sabe lo que busca y conoce las debilidades de los seres humanos, me preparó una emboscada, que por la iluminación divida no fuí objeto de su propósito:

Comencé mi vida de “cabeza de familia” muy joven.

Sobreviví porque logré destacarme en asunto de exportación e importación de mercancías para grandes empresas, floreciendo así mi economía.
Pero en el ámbito familiar y laboral mis inicios fueron muy fuertes. Hasta tal punto que mi esposa y yo, vivíamos en una sola habitación, y bajo toda limitaciones, pero aún así, seguí creyendo en un mejor futuro. Viajaba desde La Capital (donde vivía) hasta las ciudades de los muelles en un “motorcito” Cub-50, con miles de reparaciones y con varias soldaduras.
Pero esos momentos me dió claridad para valorar el sacrificio de obtener merecidamente lo que se tiene. Además aprendí de alguien lo siguiente: “NUNCA ACEPTES NADA QUE NO CREAS MERECER”, ya que si lo acepta te traerás dolor o sangre.

No pasó mucho tiempo para que el señor de las tinieblas volviera a la carga, con astucia y sigilosidad me creaba necesidades para que me viera casi obligado en aceptar sus tentaciones macabras, pero mis oraciones eran más fuertes. Sentía que el Salmo 144 me protegía. Pero desde muy joven también oí a “Maelo” un salsero (música) decir: El hombre bueno no le teme a la oscuridad.

No sentía miedo a enfrentarme a mis vicisitudes. Usó otra de sus tretas:

Me propusieron un negocio donde supuestamente me iba a beneficiar con la modestia suma de 4 millones de pesos (US$36 x RD$ 1 a entonces), US$ 111, 111, 111.00, tan solo con plasmar mi firma.

Me rehusé, a pesar que tenía mi vehículo financiado, mi compañera embarazada (la cual no sabía la gravedad de mi situación) y con deudas por doquier.

Pero el que en EL confía, sabes que EL orienta y guía a su rebaño.
Puntualizó: Que todo lo que participaron en esas operaciones sucias e ilícitas, están muertos o gravemente enfermos.

Confiando en JEHOVÁ DIOS yo decía que con mi trabajito y lo poco que me pagaban por dar clase en la universidad (business), yo salía a camino.
Pero bingo!!!. Me cancelaron del trabajo… porque hasta el que menos yo pensaba estaba involucrado en el negocio ilícito. Yo simplemente era una piedra de tropiezo para ellos.

Pero el maligno no perdió tiempo, también me cancelaron como Catedrático en la universidad. (Demostrando más luego en tribunales que no hubo razón para mi cancelación).

Esa situación hizo que muchas personas me dieran las espaldas y me miraran como si yo fuera un bicho.

Bajo todo ese tormento… y creyendo en JEHOVÁ DIOS… seguí resistiendo.

Pero cómo humano al fin tenía mis debilidades… el demonio la encontró…

Se convirtió en mujer y me sacó de mis encuadres.
Ya cómo mujer me envolvió entre su carne y hechizos.
Yo creyéndome que podía dominar la situación, me involucré hasta tal punto que cuando quise dar reversa no pude. Pues ella con la magia a su favor, había amarrado todo, haciendo creer que el conquistado fui yo.
Lo peor no fue eso… el maligno vestido de mujer quería dominar mi voluntad, quería dominar mi alma… pero como JEHOVÁ DIOS no abandona a sus fieles sino que lo somete a pruebas… pude recapacitar y con ayunos y oraciones zafarme de ese demonio.

JEHOVÁ DIOS no abandona a sus fieles

Comentarios con Facebook

También te va a interesar